De ahí que Joana viviera prácticamente toda la tragedia desde sus
comienzos. Recuerda que miró el reloj y que eran las 07.35 de la
mañana: «Nos vestimos deprisa y nos fuimos a la calle. Delante de
la estación había una cola muy larga de ambulancias, como la que a
veces forman los taxis, pero de ambulancias. Se veían muchos
policías, coches de bomberos y a la gente yendo y viniendo de un
lugar a otro. Era, ¿cómo te lo explicaría?, el caos. Cuando me
quise dar cuenta, la estación y sus alrededores estaban cercados,
no se podía pasar, pero la gente seguía llegando cada vez en mayor
número. Alguien nos dijo que habían cerrado el metro, y que los
trenes de cercanías estaban todos parados. Vi también gente salir,
llorando, y otros corriendo».
Joana Adrover es de Alcúdia y vive en Madrid, donde es una
periodista en prácticas que vivió las consecuencias de la barbarie
muy de cerca: «Me despertó un gran impacto, seguido de otro. Me
asomé al balcón de casa, vi una gran humareda y, a continuación, un
ensordecedor número de sirenas se oía desde todas partes», relata,
sin creer aún lo que ha sucedido. Joana cuenta que hace cuatro días
se mudó de piso, en el que vive con otras tres personas, «para
instalarnos en uno al lado de la estación de Atocha». Allí fue
donde ocurrió la tragedia, en una zona vital de comunicaciones del
centro de la capital, justo al lado del Ministerio de Agricultura,
del Jardín Botánico, y nada lejos del Museo del Prado, de las
Cortes, del Museo Thyssen.
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