El tema de la vivienda se está convirtiendo en la manzana de la
discordia para el nuevo Gobierno, a sabiendas de que se trata de un
asunto que constituye una de las máximas preocupaciones para la
mayor parte de la ciudadanía. Entre acusaciones y defensas, los
socialistas achacan a la política del Partido Popular el
astronómico aumento de precios registrado en los últimos años, una
actitud que peca de infantilismo. Todos sabemos que el «subidón» no
puede deberse únicamente a una razón, sino más bien a un conjunto
de circunstancias que probablemente poco tengan que ver con las
políticas de un gobierno o de otro.
Pese a ello, resulta ahora mismo ridículo acusar a otros de los
males del país, porque lo que la ciudadanía exige son soluciones,
no enfrentamientos. Así las cosas, el nuevo ministro de Economía,
Pedro Solbes, a quienes muchos ven como «poco socialista» en sus
políticas, ya ha lanzado el globo sonda de jugar con las
deducciones fiscales por la compra de vivienda, una posibilidad que
hace temblar a más de uno.
Porque, al parecer, desde el Gobierno creen que muchos españoles
se han decidido a adquirir una vivienda, con el esfuerzo que eso
supone, para poder desgravar, cuando es precisamente al revés. Más
bien habría que buscar la causa de la subida de precios y de la
intensa demanda en la caída de la bolsa, en la caída en picado de
los intereses y en la deprimente rentabilidad del dinero
ahorrado.
Si el Gobierno quiere incentivar el ahorro y aligerar la demanda
de viviendas y la especulación en los precios, debería promover
atractivos para los ahorradores, que ahora ven cómo su dinero
pierde valor de día en día a lomos de una inflación galopante.
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