Tal día como hoy hace 30 años, Palma experimentaba una
renovación turística con la apertura de dos nuevos hoteles, que con
el paso de los años se han convertido en símbolos emblemáticos de
la hostelería mallorquina de calidad. El 1 de julio de 1974, el
ministro de Información y Turismo, Pío Cabanillas, se desplazó
hasta la Isla para inaugurar los hoteles Palas Atenea y Valparaíso
Palace, que empezaban su larga trayectoria profesional con la mira
puesta en un futuro prometedor.
En sus inicios, el hotel Valparaíso fue propiedad de la familia
Alba hasta que, en 1994, la cadena Grupotel lo adquirió. A partir
de ese momento, esta empresa hotelera empezó los planes de mejora
tanto de la infraestructura como de otros aspectos. El 25 de marzo
de 1995, 12 días antes de abrir, el hotel sufrió un grave incendio,
por lo que finalmente la reforma se hizo de manera total.
Los cambios en estas tres décadas son más que visibles. En sus
inicios, el establecimiento contaba con tres salas de convenciones,
mientras que en la actualidad tiene 12, además cuenta con 174
habitaciones, dos piscinas exteriores, una interior, tres
restaurantes y dos bares. El tipo de clientela también ha
evolucionado; si al principio el hotel se ofertaba a clientes
individuales, ahora se dedican al cliente de convenciones. Enrique
Antón, director del hotel, señala que en todos estos años lo
principal para ofrecer la calidad que busca el cliente que acude al
Valparaíso es «el servicio, el factor humano es fundamental».
Por su parte, el hotel Palas Atenea pertenece desde sus inicios
a la cadena Sol -ahora Sol Melià-, aunque durante un año lo
compartió con el Sr. Moyà. Antiguamente acogía a un tipo de
clientela vacacional, y en la actualidad el 80 por ciento es
cliente de convenciones. Este cambio se potenció gracias al aumento
de salas de conferencias; así, pasó de dos salas a 24.
El momento más duro que han tenido que pasar, según algunos de
los empleados veteranos, fue cuando en noviembre del mismo año de
inauguración el hotel sufrió un descenso considerable de ocupación.
La Guerra del Golfo también pasó factura, pero la recuperación no
se hizo esperar. Ahora, 30 años después, los empleados más antiguos
aseguran que el hotel vive una época de esplendor. Margarita
Barceló, gobernanta, y Pedro Caldentey, maitre, han pasado toda su
vida profesional en el hotel y aseguran que pensar en la jubilación
«les entristece considerablemente, porque hemos pasado muy buenos
momentos en la casa».
S. Coquillat
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