Ciento cuarenta millones de euros es una cantidad más que
respetable y es ése el déficit sanitario que arrastran las Illes
Balears, un dato preocupante que hipoteca el desarrollo en materia
de salud de nuestra comunidad. De eso y de otros asuntos se habló
ayer en Madrid en la reunión entre la consellera del ramo, Aina
Castillo, y la ministra Elena Salgado. Hubo acuerdos en algunas
materias, pero un fracaso rotundo en algo importante para la
ciudadanía balear: la negativa a financiar la construcción del
nuevo hospital de Son Dureta.
Uno de los problemas más reiteradamente denunciados en esta
materia es una realidad incontestable: Balears soporta una
población flotante inmensa durante la temporada alta turística, lo
que encarece tremendamente el coste sanitario, sin que hasta ahora
desde Madrid se hubieran hecho eco de esas necesidades. Tras la
reunión de ayer, parece que el famoso «talante» socialista podrá
aplicarse también a esta cuestión, lo que resolvería positivamente
una injusticia histórica.
Pero no ha estado la ministra Salgado igualmente abierta a todas
las reivindicaciones baleares. Especialmente duro ha sido el
rechazo a cofinanciar el nuevo Son Dureta que, a pesar de todo,
seguirá adelante con el apoyo único -por ahora- del Govern balear,
que se comprometió ante la ciudadanía a dotar a las Islas de esta
infraestructura sanitaria.
De cualquier modo, hay que recibir con satisfacción el buen
momento que viven las relaciones entre las instituciones centrales
y autonómicas, teniendo en cuenta que las sostienen partidos
políticos rivales. A pesar de ello parece que, al fin, el diálogo y
el interés general primarán sobre los intereses partidistas que
tantas veces han frustrado proyectos necesarios para la
ciudadanía.
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