Los príncipes de Asturias están de nuevo en Palma. A su regreso
de la República Dominicana no se fueron a Atenas, como muchos
pensábamos, sino que se han venido a Marivent. ¿Y qué hicieron a
poco de llegar? Pues salir de compras. Fue ayer, a media tarde. El
príncipe don Felipe iba en mangas de camisa de color blanco,
bermudas beige y mocasines marrones, y ella llevaba también en
camisa blanca con mangas tres cuartos, pantalón pirata de color
gris perla, a juego con el bolso, y albarcas, también de color
marrón.
Sin prisas, tras aparcar el coche cerca de es Born, echaron a
andar cogidos de la mano sin que un discreto servicio de seguridad
les perdiera de vista. Al llegar a San Nicolás se detuvieron en La
Central, y a continuación se dirigieron a Es Forn de Sant Crist con
la intención de adquirir una ensaimada mediana lisa, pero al no
tener ninguna se dejaron aconsejar por la dependienta que hecha una
madeja de nervios les propuso, por ser verano y aguantar mejor, el
cabello de ángel. En el horno había una clienta más otra que entró
cuando ellos estaban. Don Felipe echó mano a la cartera. «¿Cuánto
vale?». «9'35». El Príncipe pagó con uno de diez y recibió el
cambio.
De nuevo en la calle, don Felipe hizo un par de llamadas con el
móvil -o tal vez las atendió-, mientras doña Letizia, a su lado,
esperaba. Tas sostener la bolsa que contenía la ensaimada con su
mano derecha, con la otra cogió la de su esposa, y comenzaron a
caminar de nuevo, ahora hacia Correos, aunque a mitad de camino
torcieron a la derecha en dirección hacia es Born. Observamos que
doña Letizia se fijaba en los edificios y que por lo bajo hacía
comentarios a su esposo, quien no se quitó las gafas en ningún
momento.
Pedro Prieto
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