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Jaume Matas consiguió ayer convertirse en la estrella política del verano, al lanzar una arriesgada oferta al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero: está dispuesto a adelantar el dinero que sea necesario con el fin de que los descuentos aéreos y marítimos para los residentes sean del 50 por ciento el próximo mes de enero. Con esta iniciativa, Matas ha logrado cortocircuitar el anuncio hecho días antes por el propio Zapatero de que el Gobierno subirá el descuento al 38 por ciento.

Ante la incesante subida de precios que han sufrido las tarifas aéreas, es imprescindible que las administraciones se pongan de acuerdo y solucionen de una vez por todas un problema que perjudica especialmente a los ciudadanos de Balears. Este aumento en el descuento debe ir acompañado, a su vez, de una declaración de servicio público en los vuelos que conectan las Islas con la Península para evitar lo visto estos años: que el incremento del descuento era imperceptible ante el progresivo aumento de las tarifas.

Desde este punto de vista, la iniciativa de Matas es digna de elogio siempre que el president deje bien atado que el Gobierno pagará más adelante el dinero adelantado. Es el Gobierno quien debe hacerse cargo del coste de la insularidad, como muy bien establece una trascendente ley, la del Régimen Especial de Balears, que apenas ha tenido consecuencias debido al desinterés de los sucesivos presidentes que se han sentado en La Moncloa.

El único pero que se le puede plantear al president es de dónde saldrán esos más de 20 millones anuales que necesitará para cumplir esta propuesta. No sea que el dinero que los ciudadanos se van a ahorrar en los billetes lo terminen pagando después en carencias en algún otro servicio público.