Los 150 niños saharauis que han pasado el verano en Balears
salieron ayer desde el aeropuerto de Son Sant Joan a las 18.00
horas rumbo a su país de origen. Lo cierto es que el aeropuerto se
llenó de familias, amigos y conocidos de los niños saharauis que
han robado el corazón a los mallorquines durante su estancia. Y
aunque se lo han pasado de maravilla y se sienten muy agradecidos
por todas las cosas que han recibido de las familias que los han
acogido, los jóvenes tenían muchas ganas de llegar a casa, ya que
sus familias les están esperando.
Sin embargo, no ocurrió lo mismo con las familias que los han
acogido, que sintieron cierta pena de que estos niños tan salados y
tan agradecidos se marchasen tan pronto. Para todos ha sido un
proyecto muy beneficioso. Conrad Hans, un alemán que lleva toda su
vida en Mallorca y que está casado con una mallorquina, afirma que
está muy contento de que Muna haya estado con ellos y esperan que
vuelva el próximo verano. «Es una niña muy buena y muy tranquila,
la verdad es que ha merecido la pena colaborar con el proyecto
Vacances en Pau». Su hija, muy triste y con una voz muy quebrada,
parecía la más apenada.
«Me da mucha pena que se marche porque juntas íbamos a la
piscina a bañarnos y a la playa. Jugábamos mucho en el agua»,
cuenta. El sentimiento de Muna es de agradecimiento a esta familia.
Lo que más le ha gustado se resume en la palabra «todo». Aun así,
afirma: «Tengo muchas ganas de llegar a casa». Por otro lado, la
niña Lailla, de 12 años, cuenta: «Me lo he pasado muy bien este
verano, ya es el tercer año que vengo y espero volver el próximo
verano. Lo que más me ha gustado es ir a la escuela, bajar al cine
a la fresca y hacer amigos, aunque ya tengo ganas de volver a
casa».
Marieta Pineda
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