El ambicioso Pla de Transports del Govern balear opta claramente
por el transporte ferroviario como uno de los ejes fundamentales
para Mallorca, y es positivo que, en este sentido, se recuperen
algunos trazados que nunca debieron desaparecer. Hay que
felicitarse por esta iniciativa del Ejecutivo de Jaume Matas. Sin
embargo, puede preocupar que el plan sea poco realista y corra el
peligro de no poder ser llevado a la práctica. Sería poco razonable
que los criterios para su ejecución no hubieran tenido muy
presentes las disponibilidades presupuestarias para acometer las
obras infraestructurales precisas.
Es lógico e imprescindible que se pretenda que el Gobierno
central tenga una importantísima participación en las inversiones
necesarias, pero para actuar con seriedad política el Govern balear
debe pedir al Gobierno de Zapatero todo lo que hubiese reclamado a
un hipotético Gobierno de Rajoy. Exigir inversiones imposibles con
el único propósito de poner en un brete a los socialistas es hacer
un flaco favor a los ciudadanos de las Islas.
Por otro lado está la previsión de conectar las Islas mediante
barcos rápidos, un proyecto muy interesante pero que, obviamente,
hay que contemplar con ciertas cautelas, puesto que, como saben
tanto los especialistas como los usuarios que han padecido las
consecuencias, los buques rápidos no pueden efectuar sus viajes
cuando el mar anda muy revuelto. En casos de temporal, el
transporte aéreo es la única solución, además de los buques
convencionales, que a diferencia de los barcos rápidos pueden
afrontar las travesías marítimas con más garantías, ya que sus
características les permiten navegar pese a las adversidades
meteorológicas.
En resumen, se trata de que Balears cuente con una red de
transporte público extensa y eficaz, y a precios moderados, pero
para ello es preciso que se actúe de forma coordinada y realista
desde la Administración central y la autonómica.
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