Imagen del Circo Williams. Foto: CLICK

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Un año más, el Circo Williams está en Palma. En esta ocasión ha sido instalado en terrenos del Polígon de Llevant. Debuta esta tarde, para el Club del Suscriptor de Ultima Hora, y mañana inicia sus sesiones diarias de mediodía y tarde (17:15 y 19:45 horas). El responsable del Williams, Eduardo Raluy, nos contaba ayer que regresan con muchas novedades, «aparte de que este año queremos rendir un homenaje al payaso, personaje injustamente tratado, pero que es fundamental en el circo».

En lo que los operarios ultiman los detalles, recorremos el lugar. «Aunque parezca que el montaje anda retrasado, mañana (hoy para el lector) estará todo a punto». Observamos cómo algunos animales toman el sol tranquilamente, como la cebra y los simpáticos ponys. El camello, que se ha convertido en la mascota del circo por los años que lleva en él, «en realidad ha nacido en el circo» -nos aclara Eduardo- ignorando nuestra presencia come hierba parsimoniosamente no muy lejos de donde el gigantesco Lily husmea con su trompa entre la paja que su domador ha colocado cerca de él, y que de vez en cuando lanza sobre su espalda.

«No entiendo cómo con lo grande que es, pues ahí donde le ves pesa 4.500 kilos, le llamen Lily», piensa en voz alta Raluy, que de un grito saca de su roulotte al domador. Doner se llama, un húngaro grandote, en proporción tanto como el paquidermo, que le obedece a pies juntillas cada orden que le da. «Trabaja con el elefante subido en un caballo. Es un número muy espectacular, que gusta mucho. Al elefante le puedes ordenar lo que te plazca que no te hace ni caso, sin embargo él le dice cualquier cosa y obedece sin rechistar. Me ha contado que es tan fiel porque lo ha entrenado a base de premios, nunca de castigos, y ahí los tienes: inseparables».

Pedro Prieto