Pere A. Serra, José Antonio Lorente, Miguel Botella, Mariona Ibars, Gabriel Verd y Alfonso Ballesteros. Foto: JOAN TORRES Y JAUME MOREY

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P. CANDIA/P. ROIG
«Los enigmas de Colón», organizado por la Real Academia de Medicina de Balears y eClub Ultima Hora, convocó a un numeroso público en el Salón de Actos de la Banca March, que siguió con gran expectación las ponencias de la historiadora Mariona Ibars, el secretario general de la Asociación Cultural Cristóbal Colón, el director del Laboratorio de Antropología de la Universidad de Granada, Miguel Botella y el profesor de la Cátedra y Escuela de Medicina Legal de la Universidad de Granada, José Antonio Lorente.

Abrió el acto el presidente del Grup Serra, Pere A. Serra, quien dio una calurosa bienvenida a los asistentes, al grupo de conferenciantes y al presidente de la Real Academia de Medicina, Alfonso Ballesteros. Más tarde, en el coloquio, se estableció un nuevo debate, en el que se presentaron otras teorías y se discutieron las presentadas, aunque nadie discutió la cuestión científica, puesto que será la única que llevará a una conclusión desapasionada. El turno lo abrió Diego Colón de Carvajal, y fue así por ser descendiente familiar de Cristóbal Colón. «La polémica la comenzó el primer almirante, al que en la familia llamamos El Viejo».

Aseguró que la familia había seguido con mucho interés y había animado y contribuido en la investigación. «Los seis hermanos nos pusimos de acuerdo en enriquecer los conocimientos y llegar a saber dónde se encuentran los restos de Cristóbal Colón». Negó la posibilidad de que existan restos en sendas urnas de Sevilla y Santo Domingo, porque la familia no habría permitido que la tumba pudiera ser profanada cuando el Francés invadió la Dominicana. Por eso los trasladó a Sevilla, y la familia tiene la factura de la caja en la que se efectuó el transporte de los restos».