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El faro de Porto Pi, el tercero más antiguo del mundo en funcionamiento, tras la Torre de Hércules en La Coruña y La Lanterna en Génova, abrirá sus puertas al público en grupos organizados, que podrán admirar su magnífica exposición de ópticas y elementos vinculados a la señalización marítima a lo largo de la historia. La inauguración, anunciada por la Autoritat Portuària de Balears para el próximo día 28, contará con la presencia de antiguos fareros y sus familiares junto a miembros de la institución, como su ex director y promotor de la inicitiva, Rafael Soler.

Acompañados por el especialista en señales marítimas Javier Pérez de Arévalo, antiguo farero, visitamos este auténtico museo por derecho propio que se divide en dos plantas ubicadas en el edificio cuyo origen se remonta al siglo XIII con añadidos en el XV y el XVII, y cuyos interiores albergan cinco salas dedicadas a la señalización marítima en Balears, los sistemas ópticos, las máquinas de rotación, los combustibles, la evolución tecnológica y los guardianes del faro. Un panel ilumina las fotos de los 34 faros existentes en Balears y su localización en la costa.

La sala de ópticas, de doble altura para alojar los elementos de cristal, impresiona por su perspectiva que permite observar desde distintos ángulos los faros más grandes en funcionamiento durante el siglo XIX en las Islas, y que en la exposición pueden verse en movimiento sobre su base de mercurio. Los combustibles utilizados a lo largo del tiempo desde el aceite de oliva al de parafina, el petróleo, el gasógeno y el acetileno, se suceden hasta la electricidad con bombillas de hasta 3.000 watios. Un mundo aparte en su mágico recogimiento luminoso que ha moldeado durante siglos a sus moradores, según la impresión de Pérez de Arévalo, quien asegura que la aureola romántica que se percibe desde el exterior se transforma en el interior en una dura y aislada realidad, condicionada a los fenómenos meteorológicos.

Gabriel Alomar