El sábado por la noche, en Puigpunyent, el presidente de la
Agrupación Astronómica de España, Pedro Mateu Sancho, autor de
media docena de libros, miembro de la Academia Internacional de
Astronáutica y para más señas vecino de Galilea, disertó sobre «La
Antártida». Apoyó su conferencia con cerca de un centenar de
diapositivas que sobre esta parte de la Tierra hizo en 1972, cuando
no era nada fácil llegar hasta allí.
La aventura empezó cuando Frederick I. Ordoway III, asesor de
Werner von Braum, padre de la era espacial USA, conoció el proyecto
de Pedro de construir casas en la Antártida. Unas casas en forma de
tortuga gigante, con una serie de compartimentos a modo de
viviendas. Dado el paralelismo que puede existir entre la luna (que
estaba estudiando un científico argentino llamado Armando Coca) y
la Antártida, Ordoway le comentó que esas casas podrían construirse
perfectamente en la luna y, por lo tanto, también en la Antártida.
De este modo, avalado por la NASA, que le pone en contacto con el
noruego Lars Lindblad, propietario del rompehielos «Limblad
Explorer» que, bajo la denominación de I Viaje
Turístico-Científico, tenía previsto viajar con bandera noruega a
la Antártida el 1 de enero de 1972, tras haber realizado
previamente una serie de trámites, Pedro sale de Galilea el 26 de
diciembre de 1971 con destino a Bruselas, de donde parte hacia
Sudáfrica el 28.
Antes, se había preparado a conciencia para tan largo viaje. La
salida hacia la Antártida es el 1 de enero y el regreso, ahora por
Ushuaia, el 31 de enero de 1972. Pedro recuerda como si hubiera
sido ayer muchos detalles de aquel viaje que le llevaron más allá
de la islas Setlands. Cruzó el Círculo Polar Antártico y recaló en
la base de Stonigton, donde prestaron ayuda a dos científicos
ingleses que habían quedado allí completamente aislados. «En
realidad eran tres, pero uno desapareció, cayendo en una profunda
fosa. En recuerdo suyo dejaron sobre la cumbre una cruz».
El viaje, que se inició en Ciudad del Cabo entre temporales, les
llevó a las Georgias, «que no sé por qué se llaman así, pues fueron
descubiertas por los españoles que la bautizaron con el nombre de
San Pedro». Después fueron a las Orcadas, las Setlands para llegar
hasta el continente, finalizando el viaje en Stonigton. «Allí no
pudimos avanzar más por unos hielos que nos cerraban el paso, por
lo que dimos la vuelta. El regreso se hizo, entre otras, por Isla
Decepción, que es donde hay una base española, y luego atravesando
el Paso de Drake hasta Malvinas, entrando por Beagle y acabando en
Ushuaia».
Pedro, que se podría pasar media vida contando anécdotas del
viaje, dice que cuando «llegamos nosotros, vivirían en la Antártida
unas 3.000 personas. Hoy la habitan durante el verano austral
alrededor de 40.000. Y, según me han contado, ya hay hasta un hotel
y un banco».
De aquel viaje conserva unas mil diapositivas, «que hice con una
Hassenblack, que me prestó la misma casa y que me reveló Kodak»,
una enorme experiencia y miles de anécdotas que no estaría de más
que reflejara en un libro al que auguramos mucho éxito.
Pedro Prieto
Foto: Click
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.