Un momento de rezo ayer, dirigido por el imam, en el polideportivo de Son Moix. Foto: JOANA PÉREZ

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A primera hora de la mañana de ayer se reunieron en el polideportivo de Son Moix varios centenares de musulmanes para celebrar con un rezo el fin del Ramadán, que supone para los musulmanes una época de placidez y reencuentro. El Imam guió el rezo de los fieles durante una hora aproximadamente. Acabado el ayuno, se repartieron zumos y refrescos para celebrar el fin del ayuno. Posteriormente, los asistentes se retiraron a casa para celebrar una comida en familia, un festejo que se podría comparar con la comida de Navidad cristiana.

Son días de paz y de sensibilidad. Normalmente el día más importante es el inmediatamente posterior al fin del ayuno, pero también se realiza una segunda fiesta. La gente se reúne en casa para comer y charlar. Se hacen numerosas visitas a amigos y conocidos a quienes se les lleva dulces típicos y los más pequeños y más necesitados reciben también regalos, en muchos casos ropa. Los dulces son lo más reclamado por estas fechas (pasa lo mismo con los turrones cristianos). Los pasteles son los verdaderos amos de la mesa. Tienen en común con los dulces mallorquines que están hechos a base de almendra, un producto clave para todo el Mediterráneo.

No faltan tampoco en las mesas el tradicionacous-cous ni el pestela, que lleva un relleno de pollo y pasas. Durante los días de Ramadán -en horario preceptivo, fuera de ayuno- se suelen comer diferentes clases de dulces, como ebaghrir; eraghaif (trigo, huevos, harina, levadura, mantequilla y leche), la chebekia, un dulce de sésamo y miel; eslico, un alimento realizado a base de almendras, cacahuetes y otros frutos secos picados, y ebreuat, que son pastelitos con fruta dentro.

Toni Limongi