A primera hora de la mañana de ayer se reunieron en el
polideportivo de Son Moix varios centenares de musulmanes para
celebrar con un rezo el fin del Ramadán, que supone para los
musulmanes una época de placidez y reencuentro. El Imam guió el
rezo de los fieles durante una hora aproximadamente. Acabado el
ayuno, se repartieron zumos y refrescos para celebrar el fin del
ayuno. Posteriormente, los asistentes se retiraron a casa para
celebrar una comida en familia, un festejo que se podría comparar
con la comida de Navidad cristiana.
Son días de paz y de sensibilidad. Normalmente el día más
importante es el inmediatamente posterior al fin del ayuno, pero
también se realiza una segunda fiesta. La gente se reúne en casa
para comer y charlar. Se hacen numerosas visitas a amigos y
conocidos a quienes se les lleva dulces típicos y los más pequeños
y más necesitados reciben también regalos, en muchos casos ropa.
Los dulces son lo más reclamado por estas fechas (pasa lo mismo con
los turrones cristianos). Los pasteles son los verdaderos amos de
la mesa. Tienen en común con los dulces mallorquines que están
hechos a base de almendra, un producto clave para todo el
Mediterráneo.
No faltan tampoco en las mesas el tradicionacous-cous ni el
pestela, que lleva un relleno de pollo y pasas. Durante los días de
Ramadán -en horario preceptivo, fuera de ayuno- se suelen comer
diferentes clases de dulces, como ebaghrir; eraghaif (trigo,
huevos, harina, levadura, mantequilla y leche), la chebekia, un
dulce de sésamo y miel; eslico, un alimento realizado a base de
almendras, cacahuetes y otros frutos secos picados, y ebreuat, que
son pastelitos con fruta dentro.
Toni Limongi
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