Dios es caprichoso y mueve el pulgar a su gusto. Por la mañana,
hacia arriba: buen tiempo pese a le nieve que sigue cayendo. Por la
tarde, hacia abajo: mal tiempo, sin nieve pero con niebla y
temporal que impide salir del barco en zodiac. Gracias a ello
pudimos visitar Livingston y quedarnos con las ganas de hacer lo
mismo en la Decepción, a donde entramos pero de la que salimos a la
media hora. ¡Vaya decepción! En la isla de Livingston nos
encontramos con un velero de tres palos, el «Europa», que Manuel
Hernández me aseguró haber visto en Palma hace tres veranos. Por
espacio de dos horas estuvimos recorriendo la parte de la isla
denominada Punta Hannah, cubierta de hielo por completo. (Se llama
así, Punta Hannah, en honor de la embarcación del mismo nombre, que
naufragó en este lugar en 1820) A lo largo de la excursión tuvimos
oportunidad de ver una colonia de elefantes marinos, así como
petreles gigantes del sur y pingüinos papúa, y contemplar desde la
parte más alta una bella panorámica sobre el mar. En Livingston se
encuentra la base española Juan Carlos I, que no pudimos visitar
por encontrarse a bastante distancia de donde andábamos
nosotros.
Tras el almuerzo, una vez que hubimos regresado a bordo, el
tiempo cambio radicalmente. De repente, una densa niebla nos rodeó,
arreció la nieve y el mar se puso algo feroz. En la proa deUshuaia
habíamos colocado por debajo de la bandera de Mallorca un cartel de
Ultima Hora, con el que pretendíamos entrar en la más emblemática
de las islas de esta parte de la Antártida, la Decepción, sita,
como quien dice, a un tiro de piedra del continente por su parte
peninsular, pero el fortísimo viento que de forma imprevista se
desató, al rato nos obligó a retirar el cartel, pues de haber caído
al mar, desde el barco se hubiera tenido que lanzar un bote para ir
en su búsqueda, ya que un cartel, o cualquier otro objeto, en el
mar, crea un efecto medioambiental muy negativo. Casi sin
visibilidad penetramos en la Decepción por los denominados Fuelles
de Neptuno, una enorme mole de granito semicubierta de nieve que
contrasta con su negro color. Si le hubiéramos puesto la obertura
deWish you were here, de Pink Floid, aquello hubiera sonado a
película de terror.
Sin prisas, llegamos prácticamente hasta el fondo de la enorme
caldera, pero viendo el panorama -viento en aumento y olas cada vez
más grandes-, el capitán optó por dar media vuelta y salir, entre
otras razones porque un barco como el nuestro no puede estar con
otro de similares características en el mismo lugar, y nosotros
teníamos un plazo de tiempo para estar en esa zona en el que era
prácticamente imposible que la tormenta pasara. Pero, brevemente,
yo les cuento cómo es esta isla, casi redonda, con una bahía
interna que ocupa gran parte de su totalidad, que conozco a través
de vídeos y fotografías. Se trata de una isla volcánica, que a
causa de una de las primeras erupciones que tuvo el volcán que
lleva en sus entrañas, de lo cual hará unos diez mil años, se
desmoronó parte de una de las laderas, permitiendo que el agua del
océano entrara a través del enorme hueco que se formó, inundado su
caldera. (Desde entonces a hoy, el volcán de la Decepción ha tenido
erupciones en 1800, 1812, 1824, 1871, 1912, 1956, 1967, 1969, 1970
y 1972). Cuentan incluso, algunos libros, lo cual no significa que
sea verdad, que se la llamó Decepción porque quienes fueron en
busca de los tesoros que, según se dijo, dejó en ella el corsario
Drake, quedaron profundamente decepcionados al no encontrarlos. Lo
que sí es cierto es que un foquero norteamericano llamado Nathaniel
Palmer, en 1820 descubrió los citados Fuelles de Neptuno, y que a
principios del siglo XX se inició en ella una gran actividad
ballenera, consistente en cazar ballenas y comercializar su grasa,
no así su carne y huesos, que quedaban esparcidos sobre la playa de
la «bahía de los balleneros», en la misma caldera volcánica.
Pedro Prieto
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