La dramática experiencia del «tsunami» en los países ribereños del
Índico, las causas de este fenómeno marino, la previsión de grandes
olas en la costa de Balears y cómo organizar la ayuda humanitaria
ante una catástrofe de estas características. Todas estas
cuestiones fueron tratadas en eClub Ultima Hora, ayer, en la mesa
redonda «Tsunami: causas, efectos y amenazas», con la participación
de Sebastià Monserrat, profesor titular de Física de la Terra de la
UIB; Antoni Martí, turista afectado en Phi Phi (Tailandia); Bernadí
Coll, presidente del Fons Mallorquí de Cooperació, quien estuvo en
Banda Aceh (Indonesia) organizando un envío de ayuda humanitaria;
Joan Pol, director general d'Emergències; y el reportero de Ultima
HoraPedro Prieto, que acompañó a Coll.
Inició las intervenciones Monserrat, quien explicó que «el
'tsunami' del Índico tiene su origen en un terremoto submarino. La
distancia entre olas puede llegar, en mar abierto, a centenares de
kilómetros, pero ocupan toda la columna de agua. A mayor
profundidad, mayor velocidad. Siguiendo un modelo numérico, con
7.000 metros de profundidad, la velocidad del 'tsunami' puede ser
de 943 kilómetros por hora con olas separadas entre sí por 282
kilómetros. Normalmente, los grandes 'tsunamis' se producen en el
Pacífico. En el Índico, a pesar de la experiencia reciente, no son
frecuentes, pero ninguno de los conocidos hasta ahora ha alcanzado
la magnitud de éste. En el Índico no existen detectores de
'tsunamis', pero sí los hay en el Pacífico. En el Mediterráneo hay
'tsunamis', sobre todo en la zona oriental. En la zona occidental,
la actividad se limita al mar de Alborán y la costa argelina. El
pequeño 'tsunami' sufrido en Balears en 2003, consecuencia del
terremoto de Argelia, llegó a nuestras costas en 25 minutos. Hay
que diferenciar los 'tsunamis' de las rissagues, conocidas en las
Islas y de origen meteorológico».
Joan Pol destacó que «en Balears, más que preparados, estamos
organizados ante un posible 'tsunami'. Las Islas tienen un riesgo
sísmico pequeño, pero se ha elaborado un plan de prevención que nos
debe permitir, en 20 minutos a partir del aviso de un terremoto,
desalojar de personas la costa que puede ser afectada».
Antoni Martí relató la dramática experiencia vivida, junto a su
esposa, en la isla tailandesa de Phi Phi: «Sentimos un movimiento
sísmico a las 8 de la mañana, de no mucha intensidad, pero
desayunamos y volvimos a la habitación. Nadie nos indicaba nada.
Luego oímos un ruido parecido al de un gran motor y vimos que desde
el mar llegaba una gran pared de agua, de la altura de un primer
piso. Nosotros estábamos en el segundo. Pasaron tres grandes olas
entre gritos. Finalmente, con unas cuantas personas más, decidimos
subir la montaña, pasando entre escombros y arenas fangosas.
Subiendo la montaña, un joven que se había salvado murió por la
mordedura de una serpiente. A pesar de ello, volvería a Tailandia
de vacaciones».
Bernadí Coll organizó en 72 horas un envío de 8 toneladas de
material a Banda Aceh (medicinas, comida, un hospital de campaña y
una depuradora), aprovechando el ofrecimiento de la compañía
Futura. «No sabíamos si podríamos aterrizar. Descargamos en una
hora. Alquilamos un camión y recorrimos 800 kilómetros por
carreteras muy duras hasta llegar a la zona más afectada. Si lo ves
por televisión o te lo explican, no te puedes hacer una idea. En 3
kilómetros no quedó una casa en pie».
Finalmente, Pedro Prieto explicó que «jamás imaginé ver lo que
he visto allí, 20 días después del 'tsunami'. Tras la tempestad no
ha llegado la calma, sino el caos. Muertos por la calle, aguas
encharcadas e infectadas y numerosas personas buscando entre
escombros a seres queridos y bienes que nunca encontrarán».
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