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Estas imágenes tomadas en Magaluf, Palmanova y Santa Ponça, días y noches atrás, evidencian la mala temporada que dichas zonas turísticas están atravesando durante el invierno. Sólo se salva Peguera, que vive de los senderistas. Pero lo peor de todo es que quien gobierna en Calvià no se ha enterado, dado que su realidad y la del ciudadano nada tienen que ver. Porque hablando con la gente que vive y se gana la vida en este territorio, tras estar casi todos de acuerdo en que este año ha sido el peor de todos, coinciden, en gran número, que la falta de imaginación de quien gobierna, que por otra parte no parece muy preocupado por su situación, tiene gran parte de culpa de ello. ¿Por qué? Porque es incapaz de poner en marcha ideas con las que se puedan vender estas zonas en invierno. Aunque el campeonato de ajedrez celebrado en el otoño pasado no fue un gran revulsivo, al menos sí se notó algo. Los taxistas, por ejemplo, hicieron más viajes que si no se hubiera organizado dicho campeonato. ¿Por qué no se sigue trabajando en el campo de los eventos? ¿Por qué no se programa de una vez por todas, y de forma seria, es decir, creíble y sostenible -por tanto duradera-, «Un invierno en Calvià»? Porque teniendo una sólida infraestructura hotelera, así como una amplia oferta complementaria, además de campos de golf, paseos, senderos, montaña, mar, si hay intención, sobre todo política, y si además se es eficaz, pensamos que no debe de ser difícil, al menos intentarlo, ¿no?

Porque que vengan turistas en verano no es por ninguna buena gestión de nadie, ya que éstos, los turistas, están acostumbrados a llegar en esas épocas. El mérito sería que los políticos los convencieran para que llegaran también en invierno. ¿Cómo? Pues infraestructuras aparte, con imaginación y, por supuesto, saliendo a Europa a vender Calvià. Cualquier cosa es siempre mejor que ver calles como Punta Ballena vacías, bares y hoteles cerrados -este invierno se han cerrado algunos más que el anterior, en que a su vez cerraron algunos más que en el anterior-, tiendas de souvenirs, licorerías y perfumerías sin clientes, ni siquiera del Imserso al que han dejado partir, «que aunque nadie se hacía rico con ellos, dejaban algo y encima animaban la zona», comentó la dueña de un bar.

Los taxistas, que son el mejor termómetro de la realidad, que durante el día se alinean en las paradas, porque los pocos turistas que hay toman el autobús, lamentan muy profundamente que no se haga el parque temático, o de atracciones. «Si no puede ser en el lugar que se dijo al principio, que lo hagan en otro lugar, pero que lo hagan, ya que supondría más movimiento en invierno», aseguran.

Pedro Prieto