Los inquers revivieron ayer noche el sufrimiento de Jesús con la
celebración del Vía Crucis, que año tras año cuenta con una alta
participación de vecinos. Este año centenares de personas volvieron
a llenar las calles de la ciudad.
La devoción y la seriedad fueron las notas más características
del Vía Crucis, que llenó las calles de la ciudad de un silencio,
que sólo fue roto por el sonido de los tambores, que indicaban el
paso de los penitentes.
El rector de Santa Maria la Major, Bartomeu Fons Pasqual, fue el
encargado de predicar el Vía Crucis, que como de costumbre se
inició y finalizó en la iglesia de Santa Maria la Major de Inca.
Durante el recorrido por las ocho estaciones -Santa Maria la Major,
Sant Francesc, Crist Rei, Sant Domingo, La Salle, Monges Tancades,
La Puresa y Santa Maria la Major- el rector invitó a todos los
presentes a reflexionar sobre los sufrimientos del mundo actual, el
terrorismo, la violencia de género, las guerras, y el sufrimiento
que padeció Jesús.
Así, en cada una de las estaciones el Bartomeu Fons realizó en
voz alta una reflexión de unos tres minutos: «Los intereses
abusivos y las multinacionales actúan en perjuicio del desarrollo y
se llega a la guerra cuando no se interviene. ¿Cuántas muertes se
dan en relación con el sida, la violencia doméstica o con las redes
de tráfico de órganos?», explicó durante la primera estación.
La Procesión del Silencio o Vía Crucis tuvo una duración
aproximada de unas tres horas. En esta procesión del martes Santo
participa un reducido número de cofrades porque muchos asisten como
simples vecinos para dar un mayor protagonismo y fuerza al
pueblo.
El Vía Crucis es uno de los actos más importantes de la Semana
Santa en Inca. Así, el rector recordó ayer que el difunto Obispo
Teodor Úbeda calificó una vez a esta procesión del silencio como
«uno de los actos más importantes de la Semana Santa de
Mallorca».
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