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La baldritja o pardela balear, virot en las Pitiüses, es una de las 15 especies «en peligro crítico» en Eapaña, según el Libro Rojo de las Aves, elaborado por la Sociedad Española de Ornitología-BirdLife y publicado por el Ministerio de Medio Ambiente.

«En peligro crítico» es la categoría de máxima amenaza para las especies de avifauna, por encima de «en peligro», «vulnerables» y «casi amenazados». Que un ave esté incluida en el listado de «en peligro crítico» significa que tiene una probabilidad de extinción del 50 por ciento durante la próxima década. Desde el año 2000, la baldritja estaba incluida en la categoría de «en peligro», pero ahora ha pasado a la de «en peligro crítico».

La baldritja es endémica de Balears. Se trata de un ave de unos 36 centímetros de altura que vive en alta mar. Es capaz de beber agua marina gracias a unas glándulas especializadas, situadas en la frente, para excretar la sal. El medio marino es su hábitat donde puede pescar, nadar y volar continuamente. Es un ave planeadora, de grandes alas (entre 76 y 89 centímetros de envergadura). Sólo se acerca a la costa para criar y normalmente lo hace en grupo, en lugares solitarios, aislados del hombre.

La baldritja cría en Balears (toda la población mundial nidifica en las Islas), poniendo los huevos en marzo. Los polluelos (cada pareja tiene sólo uno cada año) nacen más o menos en mayo. A finales de junio emigran hacia el Cantábrico, aunque es probable que una parte de la población no salga del Mediterráneo. Para realizar la muda, se concentran en las costas occidentales de Francia durante el verano y en septiembre regresan a Balears. Sus principales depredadores son las ratas y los gatos asilvestrados. Los recuentos se limitan a observaciones de las baldritges que pasan volando cerca de la costa. Los recuentos absolutos en las colonias son inviables.

Aun así, se calcula una población de varios miles de ejemplares, pero la regresión puede ser muy rápida si no se toman medidas efectivas.