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Uno de los pilotos de rallies más carismáticos de los últimos años, el escocés Colin McRae, es un apasionado de Mallorca. De hecho, hace cinco años compró un viejo monasterio cerca de Pollença y espera que para el año que viene esté completamente restaurado, convirtiéndose en su hogar y en el de su familia. Desde hace muchos años, McRae tiene un barco anclado en el Port de Pollença, con el que ha salido a navegar siempre que sus obligaciones profesionales se lo han permitido, pero con dos hijos de corta edad ha pensado que es mejor tener, además del barco, un lugar en tierra firme para descansar en la Isla.

Conocido en el mundillo automovilístico como «el escocés volador», a sus 36 años es uno de los pilotos más experimentados y siempre busca nuevos retos. Tras abandonar el Campeonato del Mundo de Rallies en 2003 después de 25 victorias y el campeonato del mundo alcanzado en 1995, decidió probar suerte en el Dakar. A bordo de su Nissan, en la edición de este año de la prueba tuvo que abandonar al volcar el vehículo a más de 120 kilómetros por hora y aún arrastra secuelas.

Para este año es posible que dispute un par de carreras del Campeonato del Mundo de Rallies, entre ellas el RAC de Inglaterra, ya que él ha sido el último gran héroe británico de rallyes y la audiencia ha bajado mucho en su país desde que él decidiera abandonar el WRC. Estos días, Colin McRae ha estado revisando las obras de su nueva possessió pollencina y también ha aprovechado el tiempo para pilotar un helicóptero en Son Bonet junto a su amigo Alistair Sutherland, campeón del mundo de esta especialidad, y al que fichó como piloto para que le siguiera por el aire mientras él competía con su coche.

Humphrey Carter