La propuesta de los mallorquines pretende que «sea flexible y
sostenible ya que la fisonomía del piso ha cambiado, la estructura
familiar es otra y eso afecta a la construcción de los pisos»,
según explicó Tomeu Ramis, uno de los jóvenes arquitectos ganadores
del concurso, que aseguró que «lo normal es que una persona no
muera en el entorno en el que ha nacido».Bárbara Vich, otra de las
ganadoras de este equipo de arquitectos mallorquines, comentó que
«las nuevas viviendas tendrán un punto clave en el espacio
comunitario de acceso y mediación entre las calle y lo privado
porque, ahora que el ciudadano ha perdido la capacidad de usar la
calle, intentamos que ese espacio de intermediación, a través de
pasajes o porches de acceso, haga el papel que antes realizaba la
calle propiamente dicha».
Organizado por el Ayuntamiento de Barcelona a través de la
empresa Bagursa, las nuevas viviendas tendrán superficies que
oscilarán entre los 40 y los 65 metros cuadrados, usarán materiales
reciclados y permitirán cambios ágiles de su estructura
interior.
Por su parte, Aixa del Rey, que completa este trío de promesas
de la arquitectura, dijo que «nuestro edificio va más allá de la
acumulación de viviendas, una encima de otra, y pretende reconocer
la singularidad de las diversas partes del edificio».
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