Las relaciones de parentesco genético de los crisomélidos, una
familia especial de escarabajos que se caracteriza por sus
coloraciones vivísimas, pueden servir para estudiar los cambios
geográficos de la Tierra y su datación, de acuerdo con los análisis
realizados por investigadores de la UIB.
Un grupo de genéticos, dirigidos por el doctor Eduard
Petitpierre, estudia la evolución de esta especie, que debido a su
reducida capacidad de vuelo, constituye un referente para abordar
la cercanía con otras familias y el espacio habitado en el
planeta.
La investigación, expone la UIB, «intenta no sólo profundizar en
la diversidad de un grupo de insectos para conocerla y poder
conservarla, sino también rehacer su historia, esclarecer cómo han
evolucionado en el espacio y en el tiempo, utilizando para ello las
más avanzadas técnicas de análisis molecular».
Para ello es importante establecer la evolución de los
crisomélidos desde que, hace unos 200 millones de años, habitaban,
junto al resto de los seres vivos, la única masa de tierra emergida
existente, la Pangea, hasta la formación de los continentes.
Este proyecto cuenta entre sus antecedentes con un estudio
realizado entre los años 2000 y 2003 en el ámbito mediterráneo, que
permitió comprobar que algunas especies endémicas de Tramuntana de
Mallorca están «fuertemente emparentadas» con otras que habitan en
Alicante y Murcia, supuesta última zona de contacto antes de la
separación entre las Islas y el continente.
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