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Poco más de un mes separa a los franceses de ese referéndum del próximo 29 de mayo en el que deberán pronunciarse sobre la Constitución europea, y lo cierto es que la situación no puede resultar más desconcertante. Avala a Francia una tradición de liderazgo europeísta que rebasa el medio siglo, siendo por otra parte el país que ha inspirado con mayor consistencia esa Carta Magna. Y sin embargo, más de una docena de sondeos consecutivos se empeñan en adelantar que el «no» a la Constitución será la respuesta de los franceses. Como es lógico, la inquietud ha empezado a cundir entre quienes no habían pensado en tal posibilidad y consecuentemente no tienen preparado un plan alternativo en el caso de que la ciudadanía se pronuncie por el «no». ¿Qué ocurriría? Teniendo en cuenta que Francia es un país puntero del continente, es obvio que toda la Unión Europea se resentiría del rechazo. Europa vería parcialmente debilitado su papel en el concierto mundial, la fiabilidad del euro quedaría dañada y no quedaría otro remedio que volver al Tratado de Niza, dejando las cosas como estaban.

Otro interrogante de importancia es el que podría derivarse del porqué de esa intención de voto negativa que reflejan los sondeos. Juzgan algunos que ello se debe más al miedo de los franceses a la ampliación de la UE al Este, es decir a una Europa de 25, que al deseo expreso de manifestarse en contra del contenido de la Constitución. Sea como fuere, es evidente que el efecto que tendría el «no» francés sobre los otros ocho referéndums que quedarían por celebrar sería importante. En suma, una Constitución europea ratificada ya por cinco países -en el caso de España, tras un referéndum- quedaría en nada.