Joan Carles Palos (Everest)
Ni manifestaciones ni consignas por una mejora de las condiciones
laborales. El Primero de Mayo pasó ayer desapercibido en el campo
base del Everest, donde la mayor preocupación es saber el tiempo
que hará en los próximos días. Sin embargo, los más de trescientos
habitantes -entre sherpas y escaladores- de «la ciudad de nylon»
tienen ahora mismo los ojos puestos en el cielo. Entre ellos, Oli y
los dos Tolos (Quetglas y Calafat) continúan embarrancados en la
tienda comedor, dónde la mayor distracción son los juegos de cartas
y las largas tertulias en compañía de nuestros compañeros
aragoneses y castellano-leoneses (Carlos Pauner, Javier Pérez,
Josema Herraiz, Tafalla, Jesús Calleja y Punchock). A todos los une
un mismo objetivo: evitar caer en el aburrimiento y la
desesperación antes de que lleguen arriba del todo.
1º de mayo, un día más en el campo base
Los escaladores mallorquines confían en subir el martes al campo III
02/05/05 0:00
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