Mientras, Tolo Quetglas tendrá en tres o cuatro días un par de
botas nuevas para hacer cumbre, después de haber perdido las suyas
por el alud, que con seis metros de hielo y roca cubrió todas las
tiendas del Campo I, ubicado al comienzo del Valle del Silencio.
Así, el escalador podrá sumarse al resto del grupo -Oli y Tolo
Calafat-, que se encuentra actualmente completando su proceso de
aclimatación entre los campos II (6.400 m.) y III (7.200 m.) antes
de iniciar a finales de mayo el ataque final al Everest (8.848 m.)
a través de la delicada pared del Lhotse, el ventoso Cuello Sur y
el vertiginoso Peldaño Hillary.
La mayoría de los afectados sufre golpes de diversa
consideración y fracturas que requieren de una atención médica
especial. Además, por lo que nos comentan los sherpas que
intervinieron en el rescate, «tienen el miedo metido dentro del
cuerpo después de haber salvado la piel de milagro». El más grave
es un escalador polaco que tiene la cara destrozada. A su delicado
estado de salud se añade que no disponía del permiso de ascensión
al Everest, hecho que puede suponerle una multa de 20.000
dólares.
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