Éste era el aspecto que ofrecía ayer a mediodía, durante la misa rociera, el recinto de la Feria de Abril.

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Ayer a medianoche la Feria de Abril de Palma bajó el telón. Una feria que comenzó con polémica y gritos en contra del Ajuntament y que terminó felizmente, demostrando, un año más, que es un acontecimiento social querido por todos. Basta, si no, con echar un vistazo a las cifras de las visitas, o si lo prefieren, al gentío que se reunió a mediodía de ayer en el recinto, bajo un sol implacable, para asistir a la misa rociera.

A las doce y media en punto, sin que no cupiera nadie más en la calle, única, por tanto principal, del recinto, se celebró la misa. Los padres Juliá y Feliu fueron sus oficiantes, arropados por el Coro de la Hermandad del Rocío de Palma, que puso la nota musical al acto religioso.

Tras el sermón, tres bailarinas ataviadas de faralaes bailaron muy bien unas sevillanas, y, antes del ofertorio, ocho mujeres representantes de las ocho provincias de la comunidad andaluza, también de faralaes, ofrecieron sus regalos: pimientos y tomates, Almería; camarones y langostinos, Cádiz; trigo y girasol, Córdoba; aceite, Jaén; Málaga, pan y vino; y Sevilla, algodón, además de pan y vino y un ramo de flores las dos restantes.

Pedro Prieto