Todo empezó con el tránsito de las report weather (previsiones
meteorológicas) entre las diferentes expediciones comerciales
instaladas en el glaciar del Khumbu y la posibilidad de que el 15
de mayo se produjera una ventana que permitiera llegar a la cumbre
en el techo del mundo, a 8.848 metros sobre el nivel del mar. Pero
las prisas son malas consejeras en una empresa tan delicada como
ésta.
En medio de esta orgía de predicciones y pronósticos de ataque
final al Everest, Oli y los dos Tolos (Quetglas y Calafat) se
plantearon en un principio avanzar su agenda e, incluso, sacrificar
uno de los tres escaladores en un primer intento de alcanzar la
cumbre entre el 15 y el 18 de mayo. Esta opción -un tanto
precipitada, sobre todo porque no han pasado ninguna noche
aclimatándose en el campo III (7.200 metros)- les habría permitido
un segundo intento una semana después. Pero, finalmente, el sentido
común se impuso y, después de largas horas de discusión, surgió el
que podría ser el plan definitivo: «Llegar arriba los tres juntos,
siempre que sea posible y ninguno de nosotros se encuentre
mal».
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