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Joan Carles Palos (Everest)
La fiebre de la cumbre ya ha hecho acto de presencia en el campo base del Everest. Ya hacía unos días que empezaba a incubarse, pero desde ayer es una realidad. La fiebre se contagia de tal manera que incluso los escaladores mallorquines se pasaron toda la mañana de ayer debatiendo su estrategia para los próximos quince días. «Esperamos alcanzar la cumbre entre el 18 y el 23 de mayo», afirmaron.

Todo empezó con el tránsito de las report weather (previsiones meteorológicas) entre las diferentes expediciones comerciales instaladas en el glaciar del Khumbu y la posibilidad de que el 15 de mayo se produjera una ventana que permitiera llegar a la cumbre en el techo del mundo, a 8.848 metros sobre el nivel del mar. Pero las prisas son malas consejeras en una empresa tan delicada como ésta.

En medio de esta orgía de predicciones y pronósticos de ataque final al Everest, Oli y los dos Tolos (Quetglas y Calafat) se plantearon en un principio avanzar su agenda e, incluso, sacrificar uno de los tres escaladores en un primer intento de alcanzar la cumbre entre el 15 y el 18 de mayo. Esta opción -un tanto precipitada, sobre todo porque no han pasado ninguna noche aclimatándose en el campo III (7.200 metros)- les habría permitido un segundo intento una semana después. Pero, finalmente, el sentido común se impuso y, después de largas horas de discusión, surgió el que podría ser el plan definitivo: «Llegar arriba los tres juntos, siempre que sea posible y ninguno de nosotros se encuentre mal».