La última jornada del viaje oficial de los príncipes de Asturias
a nuestra Comunitat Autònoma se saldó con un balance más que
positivo. De «inolvidable» la calificó el propio príncipe Felipe,
que se despidió de esta tierra no con un adiós, sino solamente con
un «fins aviat», porque este mismo verano volveremos a verle,
disfrutando de la tranquilidad y la intimidad que siempre ha
encontrado entre nosotros.
En su despedida, el president del Govern, Jaume Matas, recalcó
lo que seguramente el Heredero de la Corona ha tenido en mente
estos días: la diversidad de la sociedad balear, dividida por
cuestiones geográficas e históricas entre Mallorca, Menorca y las
Pitiüses, lo que ha propiciado el desarrollo de una personalidad y
una idiosincrasia propias para cada isla, amén de sus distintos
paisajes, caracteres y costumbres. Pero a la vez, como Matas se
encargó de recordar, Balears en su conjunto también goza de unas
señas de identidad que la diferencian del resto de las regiones de
España.
De ahí la importancia de esta visita institucional, porque habrá
permitido a los Príncipes tener un conocimiento mucho más profundo
y cercano de la realidad diaria de unas Islas que a menudo sólo se
identifican en el exterior por su imagen de paraíso turístico.
Detrás de ese estereotipo hay un transfondo cultural, social,
económico y político denso y complejo que don Felipe y doña Letizia
han podido ver y comprender. Sin duda el recuerdo de este primer
viaje oficial del joven matrimonio quedará entreverado de
instantáneas llenas de cariño popular, de hermosos paisajes, de
reuniones de calado y, en definitiva, de ese conglomerado de
realidades que forman la imagen final y completa de un archipiélago
vivo, dinámico, rico y con futuro.
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