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Pedro Prieto (enviado especial a El Rocío)

Y es que se salió el jueves de la aldea a las 19.30 horas para ir a misa a La Palma del Condado. Finalizada ésta, en lo que seis hermanos se quedaban en esta ciudad durante toda la noche acompañando al Sinpecao, pues a medianoche había rosario, el resto regresamos al Rocío, donde llegamos a las 23.30 horas, cenamos y al «sobre». Porque al día siguiente llegaba lo más duro: el Camino. O lo que es lo mismo, 37 kilómetros a pie, desde la Palma del Condado, cuya hermandad es madrina de la de Palma de Mallorca, pasando por Bollullos, Almonte y el Pastorcito, donde se almorzó, para hacer la entrada en la aldea sobre las 9 de la noche, tras doce horas de estar en marcha, algunas de ellas -sobre todo las de la tarde- bajo nubes que amenazaban lluvia. Y es que nuestro Rocío nada tiene que ver con el Rocío tombolero, tomatero o salsarosero que se montan otros a los que afortunadamente no vemos, ni tampoco procuramos coincidir con ellos, pues se hospedan en casas situadas en la parte opuesta de la que nos encontramos nosotros. La entrada en la aldea, que fue poco antes de anochecer, se hizo acompañada de estruendo de cohetes, que es la forma de anunciar que una nueva Hermandad entra en el Rocío, que dicho sea de paso, está ya hasta los topes de gente, y aún falta, dicen, que llegue el resto. No sólo la totalidad de las casas están ya ocupadas, sino que en el extrarradio se han levantado miles de tiendas de campaña y toldos alargados que cobijan a los rocierios sin techo.

Este ha sido un camino especial, ya que por primera vez en la historia, o al menos la recuerdan y han vivido los rocieros más viejos, se recorre sin carreta tirada por bueyes, ya que por mor de la lengua azul no está permitido que éstos circulen. Así que el Sinpecao -el de Palma es la Virgen del Rocío sobre la catedral- sólo recorrió las principales calles de la Palma del Condado una vez celebrada la misa, recogiéndose a la salida, portando los rocieros en su lugar un estandarte, al igual de cómo hicieron los de la Hermandad de esta localidad. «La Hermandad de Palma podía haber traído la carreta y colocar sobre ella el Sinpoecao» nos dijo Juan Antonio Torres Navarrete, el presidente, «pues la nuestra puede ser tirada por mulas, pero no la de La Palma. Por solidaridad con ellos hemos llevado sólo el estandarte».

Tampoco la pareja que iba a ir vestida a la usanza mallorquina, es decir, él a l'ampla y ella con rebosillo y falda larga, lo hicieron. Lo posponen para hoy, día de la presentación de todas las Hermandades, lo cual, aparte de novedoso -ya que jamás se vio en el Rocío una pareja vestida con las galas tradicionales mallorquinas- será interesante puesto que, además, portarán la bandera de Mallorca. Y es que, como decíamos días pasados, si Andalucía es siempre bien recibida en Mallorca, ¿por qué no lo ha de ser Mallorca en el Rocío?

Volviendo al Camino, les contaré que en ningún momento se dejó de cantar y hacer palmas; que de vez en cuando nos deteníamos para tomar un tentempié y refrescarnos con una cerveza o un rebujito -manzanilla con seven up-; y que pasado el mediodía nos paramos a almorzar en un lugar llamado el Pastorcito, casi a unos 15 kilómetros del final del recorrido, un lugar donde hay un centro para disminuidos psíquicos donde siempre la Hermandad de Palma deja un donativo.

El día grande será el domingo. O para ser más exactos, la madrugada del lunes, en la que se espera que sobre las tres, los almonteños salten la verjan y rescaten a la Blanca Paloma. Es un espectáculo indescriptible, que trataré de describirles como podamos. De él, asombra ver cómo la Virgen aparece y desaparece, o mejor, está a punto de naufragar en un mar de miles de cuerpos.