Y es que se salió el jueves de la aldea a las 19.30 horas para ir a
misa a La Palma del Condado. Finalizada ésta, en lo que seis
hermanos se quedaban en esta ciudad durante toda la noche
acompañando al Sinpecao, pues a medianoche había rosario, el resto
regresamos al Rocío, donde llegamos a las 23.30 horas, cenamos y al
«sobre». Porque al día siguiente llegaba lo más duro: el Camino. O
lo que es lo mismo, 37 kilómetros a pie, desde la Palma del
Condado, cuya hermandad es madrina de la de Palma de Mallorca,
pasando por Bollullos, Almonte y el Pastorcito, donde se almorzó,
para hacer la entrada en la aldea sobre las 9 de la noche, tras
doce horas de estar en marcha, algunas de ellas -sobre todo las de
la tarde- bajo nubes que amenazaban lluvia. Y es que nuestro Rocío
nada tiene que ver con el Rocío tombolero, tomatero o salsarosero
que se montan otros a los que afortunadamente no vemos, ni tampoco
procuramos coincidir con ellos, pues se hospedan en casas situadas
en la parte opuesta de la que nos encontramos nosotros.
La entrada en la aldea, que fue poco antes de anochecer, se hizo
acompañada de estruendo de cohetes, que es la forma de anunciar que
una nueva Hermandad entra en el Rocío, que dicho sea de paso, está
ya hasta los topes de gente, y aún falta, dicen, que llegue el
resto. No sólo la totalidad de las casas están ya ocupadas, sino
que en el extrarradio se han levantado miles de tiendas de campaña
y toldos alargados que cobijan a los rocierios sin techo.
Este ha sido un camino especial, ya que por primera vez en la
historia, o al menos la recuerdan y han vivido los rocieros más
viejos, se recorre sin carreta tirada por bueyes, ya que por mor de
la lengua azul no está permitido que éstos circulen. Así que el
Sinpecao -el de Palma es la Virgen del Rocío sobre la catedral-
sólo recorrió las principales calles de la Palma del Condado una
vez celebrada la misa, recogiéndose a la salida, portando los
rocieros en su lugar un estandarte, al igual de cómo hicieron los
de la Hermandad de esta localidad. «La Hermandad de Palma podía
haber traído la carreta y colocar sobre ella el Sinpoecao» nos dijo
Juan Antonio Torres Navarrete, el presidente, «pues la nuestra
puede ser tirada por mulas, pero no la de La Palma. Por solidaridad
con ellos hemos llevado sólo el estandarte».
Tampoco la pareja que iba a ir vestida a la usanza mallorquina,
es decir, él a l'ampla y ella con rebosillo y falda larga, lo
hicieron. Lo posponen para hoy, día de la presentación de todas las
Hermandades, lo cual, aparte de novedoso -ya que jamás se vio en el
Rocío una pareja vestida con las galas tradicionales mallorquinas-
será interesante puesto que, además, portarán la bandera de
Mallorca. Y es que, como decíamos días pasados, si Andalucía es
siempre bien recibida en Mallorca, ¿por qué no lo ha de ser
Mallorca en el Rocío?
Volviendo al Camino, les contaré que en ningún momento se dejó
de cantar y hacer palmas; que de vez en cuando nos deteníamos para
tomar un tentempié y refrescarnos con una cerveza o un rebujito
-manzanilla con seven up-; y que pasado el mediodía nos paramos a
almorzar en un lugar llamado el Pastorcito, casi a unos 15
kilómetros del final del recorrido, un lugar donde hay un centro
para disminuidos psíquicos donde siempre la Hermandad de Palma deja
un donativo.
El día grande será el domingo. O para ser más exactos, la
madrugada del lunes, en la que se espera que sobre las tres, los
almonteños salten la verjan y rescaten a la Blanca Paloma. Es un
espectáculo indescriptible, que trataré de describirles como
podamos. De él, asombra ver cómo la Virgen aparece y desaparece, o
mejor, está a punto de naufragar en un mar de miles de cuerpos.
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