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Cuando el sol aprieta son habituales los paseos por distintos puntos de la Isla, entre ellos el Passeig Marítim de Palma a la altura de la Seu. Para que un paseo sea fructífero y relajante debe presentar dos características básicas: la comodidad y seguridad del pavimento por el que caminan los viandantes. Dos cualidades que no tiene dicho lugar, por el que diariamente pasan cientos de personas, entre ellos niños y personas mayores, que son las principales víctimas del pésimo estado del suelo.

Un aspecto denigrante, además de peligroso, no sólo para los turistas que nos visitan sino también para los ciudadanos de Palma, y también de toda la Isla, que tienen que enfrentarse con estos desperfectos para disfrutar de un idílico y utópico paseo a la luz del sol o a la luz de la luna.

Como si de una carrera de obstáculo se tratara, los ciudadanos que pasean tienen que sortear los peligros que les van apareciendo en su trayecto. Pavimentos destrozados, bancos arrancados, pintadas por el suelo y basuras que adornan algunos puntos del paseo.

Patinar, montar en bicicleta o en patinete, correr, pasear al perro o algo tan sencillo como leer un libro o incluso escuchar música se convierte en una ardua tarea si se lleva a cabo en el Paseo Marítimo de Palma.

Las voces que piden una mejora de estas infraestructuras se escuchan por doquier en el transcurso del paseo. Sobre todos se quejan aquellas padres que, antes dejaban pasear en bicicleta a sus hijos y que ahora se ven obligados a acompañarlos para vigilar atentamente cada uno de sus pasos ante el temor de una caída provocada por el mal estado del paseo.

Las personas mayores también son otros de los afectados, ya que tienen que ir con mucho cuidado para no tropezarse con los numerosos socavones traicioneros.

Un simple paseo bajo el sol puede convertirse en una auténtica aventura sobre el asfalto o en un paseo traicionero. Pero, además de los peligroso del paseo, la zona presenta una pésima imagen debido a las numerosas pintadas que han sido efectuadas en un acto de vandalismo.

Samantha Coquillat