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Joan Carles Palos (Everest)
Es muy probable que dentro de una semana Oli y los dos Tolos (Quetglas y Calafat) se encuentren en la cumbre. De confirmarse las previsiones meteorológicas, a partir del 20 de mayo debe abrirse una «ventana» que tiene que permitir alcanzar el techo del mundo en condiciones óptimas. «Ahora empieza la montaña de verdad», afirman. Ya hace poco más de un mes que la expedición llegó al campo base de la montaña más alta de la Tierra, ubicado a 5.360 metros sobre el nivel del mar en el glaciar del Khumbu. La paciencia y la insistencia han sido los elementos clave para ir ganando altura a través de la cascada de hielo del Khumbu, el Valle del Silencio y la vertiginosa pared del Lhotse.

Los escaladores se preparan para el momento decisivo. Los sherpas ya han montado el campo IV y ahora empiezan a subir las botellas de oxígeno del II al III. Ha empezado la cuenta atrás. Tolo Quetglas tiene claro que «a partir de ahora te juegas el vivir o el morir». Un sentimiento de miedo que comparte el otro Tolo, Calafat, quien explica que «salir del campo IV, a 8.000 metros, es un misterio. Son cerca de 6.000 metros de desnivel hasta la cima en los que puede pasar de todo, y eso asusta mucho». Oli señala que «el último día son muchas horas hasta la cumbre, un mínimo de ocho o nueve para tan sólo 850 metros de desnivel.

Al final, es una durísima y agotadora jornada entre que vas y vienes del Cuello Sur». Como curiosidad, conviene destacar la quiniela que han hecho entre los tres expedicionarios mallorquines sobre quiénes llegarán primero a la cima. Por ahora, Tolo Quetglas sale como favorito. El sábado pasado, el campo base se convirtió en un improvisado escenario para un maravilloso y sorprendente concierto de violín. Kristina Höschlová es escaladora y médico de la expedición checa en el techo del mundo. A eso hay que añadirle su afición por la música, que expresa de manera formidable a través del violín.