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Los días de frío y nieve han vuelto al Campo Base del Everest y con ellos las malas perspectivas. La llamada «ventana» no da señales de querer abrirse por ahora. Ya hemos entrado en la segunda quincena de mayo y ningún miembro de expedición comercial o internacional ha conseguido hacer cima, cuando el año pasado por estas mismas fechas 330 personas ya habían alcanzado el techo del mundo. La situación es enormemente preocupante. Se habla de que unos 200 escaladores podrían haber abandonado su pulso con la gran montaña. No todo el mundo aguanta el juego de la paciencia: saber y poder esperar hasta día 29 o 30 de mayo puede ser decisivo para la mayoría de expediciones. A pesar de eso, conviene recordar que quedan diez días para que entre el «monzón» y con él se acaben las posibilidades de escalar el Everest. Además, a final de mes, los sherpas empiezan a retirar las escalas y cuerdas fijas de la cascada de hielo del Khumbu y se cuelga el cartel de «cerrado».

Pero la preocupación crece todavía más cuando hay vidas humanas en juego. Por la vertiente norte se teme por la situación de dos escaladores finlandeses, quienes salieron ayer hacia la cima y a estas alturas no han dado señales de vida. Por otro lado, nos llegan informaciones de que dos expediciones -una de ellas integrada por dos escaladores coreanos y cuatro sherpas- podrían haber pasado la noche en el Cuello Sur (8.000) con la intención de hacer cima hoy mismo. A pesar de eso, las condiciones meteorológicas registradas a las últimas horas son pésimas para cualquier intento de ganar el Everest: unos 38ºC bajo cero en la cima y vientos que no bajan de los 40 km/h a partir de los 7.000 metros de altura, con ráfagas de 80 km/h a partir de los ocho mil. Esta situación es arriesgada para cualquier escalador, ya que el peligro de congelaciones se incrementa considerablemente.

Pero actitudes «suicidas» como las de los coreanos no son ningún referente. Los miembros de la expedición mallorquina saben, como el resto de escaladores -unos 150- que todavía permanecen en el Campo Base, que la prudencia no es cobardía, sino «un comportamiento inteligente ante unas condiciones meteorológicas muy adversas que no son habituales en esta época del año», aseguró ayer Tolo Quetglas. Aunque a veces el apoyo puede convertirse en presión, Oli y los dos Tolos (Quetglas y Calafat) son muy conscientes que lo más importante es poder volver para contarlo. Aunque tienen previsto mantener su apuesta hasta el final, «nunca nos arriesgaremos hasta suicidarnos», afirman. Mientras tanto, los mensajes de apoyo son el mejor bálsamo para tanta preocupación y tensión. Anteayer, los tres escaladores leían en Lobuche las últimas comunicaciones llegadas vía correo electrónico. «Una pasada», afirmó Tolo Calafat, para quien la tortilla se ha girado a favor suyo, atendiendo al número de e-mails y SMS dirigidos a él. El grupo reitera su agradecimiento a quienes cada día se preocupan por la marcha de la expedición. El acierto de la iniciativa se ha traducido en un visible cambio de actitud; Oli y los dos Tolos se sienten cuidados por la sociedad mallorquina. Su éxito debe ser el de toda la Isla.

Joan Carles Palos