13 días, más de 200 capullos en tierra y decenas de preguntas en
el aire. De la gente, y también mías. Dar la vuelta a Mallorca, se
comprende. Pero ¿por qué con un hilo? Tengo algunas respuestas...
Cada jornada que pasa me sorprendo más de hasta qué punto el hilo
cose el paisaje urbano y la costa de Mallorca. Cómo, zurciendo
antagonistas, concilia de algún modo los diferentes escenarios que
piso: pasillos de asfalto que llevan a balcones sobre el
acantilado, rocas calcáreas con escaleras de cemento que alcanzan
el paraíso azul de las aguas del Mediterráneo, puertos deportivos
ubicados en antiguas ensenadas de refugio, algarabías infantiles
anunciadas a mis oídos al llegar a una cala mucho antes de que mis
ojos vean los hoteles y el mar de sombrillas en donde juegan...
Pero sobre todo, el hilo provoca conversaciones con aquellos que
se acercan intrigados y curiosos hasta este vínculo, llenándolo de
ternura y de sentido. Ellos lo esponjan, convirtiéndole en una gran
bandera blanca: jardineros, albañiles, inmigrantes, pescadores,
jubilados o jóvenes que se acercan a preguntar, a dar ánimo, a
reflexionar durante unos minutos sobre el destino de esta isla que
a veces parece imponer su fortaleza y otras se percibe moribunda y
frágil. Observo la costa cada día. Dialogo con ella, con mis pies a
paso vivo o con las manos cuando escalo torpemente sus laderas.
Busco respuestas que me aseguren que no desmayaré de sed, que no me
perderé por caminos ciegos, que encontraré alivio para mi
cansancio. Y me habla, aunque a veces no la entiendo.
Cada día termino mi pequeña aventura, y en mi piel quedan
registrados los encuentros con las rocas y los arbustos. Lo giro en
positivo y decido recoger brotes de las plantas de la costa, porque
he empezado a elaborar un licor d'herbes que será único, por la
diversidad de lugares en que se recogieron los ingredientes, y por
el resabio de la costa y del verano. Es mi desquite: Un rasguño=un
chupito. Sacio el hambre comiendo mucha fruta, y la sed bebiendo
compuestos isotónicos. Pero hay algo en mí que se desvanece a
medida que corre el sol, cada día. Una energía que se desvanece
cada día, que sólo recupero cuando alguien se acerca y tiende hilo
conmigo, afirmándome que realmente esto tiene sentido. Poco a poco
me acerco a la primera muestra de los paisajes más duros, las
montañas de Artà. Los entremeses de la Tramuntana. No podré hacerlo
sola. Pido, ruego que os pongáis en contacto conmigo a través de
voltarmallorcaUproduccionesorganicas.org. Como en los programas de
la tele, no quiero despedirme sin agradecer a todos los que me han
apoyado esta pasada semana, a Cosme Aguiló, Toni Martinez,
Dídac-Vicens-Tòfol (los chicos de las cerezas de Cala Brafi), Xisco
Gracia, que tiende hilos de Ariadna en la oscuridad de las galerías
sumergidas, Jaume y Maria Antònia, Ferran y Joana, los amigos de la
Plataforma de Porto Colom ¿Quin Port Volem?... Poco a poco vamos
poniendo detalles de lo que va pasando en
www.produccionesorganicas.org/imago. La semana que viene,
más...
Martha Zein
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