Con él se va uno de los puntos urbanos que se han mantenido
siempre vivos desde que este establecimiento abriera por primera
vez sus puertas en 1910. Cuatro generaciones de la misma familia
han regido el destino del Triquet a lo largo de este tiempo. Jaume
Llabrés Malagrau es uno de los propietarios y actual gerente del
establecimiento. Él mismo confirmó ayer la noticia.
El local se reconvertirá en otro tipo de negocio, «pero desde
luego ya no será un bar como siempre ha sido» y aunque no quiso
informar sobre el futuro del establecimiento «por simple
discreción», los parroquianos aseguraban ayer que aquello podía
convertirse «en una nueva sucursal de banco». Sobre la razón de
esta venta, el señor Llabrés asegura que al superar la cincuentena
de años desea «enfocar la labor a otro tipo de actividades». El
interior del local contiene fotografías de estos 95 años de
actividad. El propio Llabrés señaló una de las fotos enmarcadas en
la pared donde él aparece frente al establecimiento cuando no era
más que un niño. Las imágenes que cuelgan de las paredes del
Triquet hablan de una Palma ahora desaparecida y que ha cambiado
tanto como su propia idiosincrasia.
Sea cual fuera la razón, la ciudad pierde otra vez uno de esos
establecimientos que se han distinguido por su solera y
tradición.
El edificio de estilo modernista del bar Triquet fue proyectado
por el arquitecto Gaspar Bennazar Moner en 1909 como vivienda
plurifamiliar a instancias del industrial Joan Oliver Florit. Fue
llamado Can Maneu pero también se le conoció de forma casi
inmediata como la casa del bar Triquet. Terminado en 1910, su
inicio fue también el de la cafetería.
En 1990 el conjunto fue declarado monumento nacional, por parte
de Patrimonio Nacional.
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