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JOSE A. DE HARO
El viernes cerrará para siempre sus puertas el bar Triquet ubicado en la Porta Sant Antoni de Palma. Después de casi un siglo de existencia, uno de los cafés más emblemáticos de la ciudad, punto de referencia para miles de palmesanos, desaparece para siempre.

Con él se va uno de los puntos urbanos que se han mantenido siempre vivos desde que este establecimiento abriera por primera vez sus puertas en 1910. Cuatro generaciones de la misma familia han regido el destino del Triquet a lo largo de este tiempo. Jaume Llabrés Malagrau es uno de los propietarios y actual gerente del establecimiento. Él mismo confirmó ayer la noticia.

El local se reconvertirá en otro tipo de negocio, «pero desde luego ya no será un bar como siempre ha sido» y aunque no quiso informar sobre el futuro del establecimiento «por simple discreción», los parroquianos aseguraban ayer que aquello podía convertirse «en una nueva sucursal de banco». Sobre la razón de esta venta, el señor Llabrés asegura que al superar la cincuentena de años desea «enfocar la labor a otro tipo de actividades». El interior del local contiene fotografías de estos 95 años de actividad. El propio Llabrés señaló una de las fotos enmarcadas en la pared donde él aparece frente al establecimiento cuando no era más que un niño. Las imágenes que cuelgan de las paredes del Triquet hablan de una Palma ahora desaparecida y que ha cambiado tanto como su propia idiosincrasia.

Sea cual fuera la razón, la ciudad pierde otra vez uno de esos establecimientos que se han distinguido por su solera y tradición.

El edificio de estilo modernista del bar Triquet fue proyectado por el arquitecto Gaspar Bennazar Moner en 1909 como vivienda plurifamiliar a instancias del industrial Joan Oliver Florit. Fue llamado Can Maneu pero también se le conoció de forma casi inmediata como la casa del bar Triquet. Terminado en 1910, su inicio fue también el de la cafetería.

En 1990 el conjunto fue declarado monumento nacional, por parte de Patrimonio Nacional.