Todos sabemos que el clima tiene, en realidad, poca importancia
a la hora de escoger un destino turístico, pues a nivel mundial son
minoría los viajeros que se decantan por el clásico combinado de
sol y playa. Al contrario, ciudades eminentemente culturales, como
Londres, París, Roma, Nueva York o Venecia, acogen anualmente a
millones de visitantes que buscan en ellas otros regocijos bien
distintos al bronceado y la sangría. Por eso las Illes Balears, que
gozan de tanto poso histórico, artístico, paisajístico y cultural,
merecen una promoción adecuada para atraer no sólo a esos millones
de personas que aquí encuentran sol y aguas cristalinas, sino a
otros que desean eso y mucho más.
Ahora el Govern parece decidido a dar una serie de pasos
encaminados a este objetivo: «vender» Balears como destino
cultural. Y para ello ha establecido unas rutas dedicadas al arte,
la cultura, el deporte y la gastronomía que pretenden potenciar los
atractivos que estas áreas tienen para potenciales turistas de todo
el mundo. De hecho, actividades «elitistas», como el golf o la
náutica, atraen cada año a cientos de miles de personas que hallan
aquí verdaderos paraísos, igual que los cruceros o el
cicloturismo.
Sin embargo, queda por darle el empuje definitivo al arte, la
historia, la arquitectura, que tanto pueden dar de sí. No olvidemos
que Eivissa está declarada Patrimonio de la Humanidad por la
Unesco, que Menorca es Reserva de la Biosfera por su riqueza
paisajística natural, además de contar con un patrimonio
arqueológico de primerísimo orden, y que Mallorca conserva
verdaderos tesoros patrimoniales e históricos. Seamos, pues,
capaces de valorar lo que tenemos, de protegerlo y, desde luego, de
lograr rentabilizarlo siempre en clave de respeto.
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