El mal tiempo impidió ayer que la barriada de La Soledat cerrara
las fiestas de la Mare de Déu con la tradicional procesión de la
Virgen de la Soledat o de los Dolores; una figura introducida en la
Isla por los frailes Mínimos a finales del XVIII, orden que en la
actualidad carece de comunidad en Mallorca.
Numeroso público asistió a la celebración. Entre ellos se
encontraba la alcaldesa de Palma, Catalina Cirer y el presidente de
la Asociación de Cofradías de Palma, Rafael Pericás.
Asimismo, asistieron a la iglesia parroquial vecinos y amigos
del barrio ya que como aseguró el rector de La Soledat «la Virgen
de los Dolores cuenta con una gran devoción entre muchos fieles de
la ciudad». Cabe reseñar que cerca de 13.000 personas están
adscritas a la parroquia de esta barriada de Palma.
Todos los asistentes pudieron ver como la Virgen era paseada por
los cofrades en el interior del templo, algo, por otra parte, que
muchos ya habían visto antes.
La celebración contó con la primera visita «oficial» del obispo
de Mallorca, Jesús Murgui, que presidió la eucaristía junto al
rector de la Soledad, Jaume Mas, el vicario de la citada parroquia,
Jaume Pons y el sacerdote burundés Denancio Mpozako, entre otros.
Durante la eucaristía se concedieron medallas a 22 cofrades
benefactores, figura recogida en los estatutos de la Confraria de
Nostra Senyora de la Soledat destinada a los miembros de la misma
que, sin vestir trajes de penitente, ayudan a la hermandad. La
celebración contó con la actuación de la coraBrotet de romaní y el
grupo de danza de la asociación de vecinos de la Soledad Art i ball
mallorquí.
Los feligreses entonaron los tradicionales Goigs a la Mare de
Déu de la Soledat.
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