En Palma hay al menos dos puestos de castañas asadas. Andrés y Paco
Baldovas son dos hermanos que tienen su puesto de castañas y
boniatos asados en la calle Olmos esquina con San Miguel, justo
bajo la fachada del Hospital Militar. La afluencia de clientes es
constante. Mientras Paco asa con esmero las castañas, su hermano
Andrés las vende. Un cajón de madera guarda el calor de las que ya
están hechas y así el seguidor de esta rica y antigua tradición
sabe que las va a degustar en su punto. «Las castañas vienen de
Galicia y las traen vía Valencia. Cada mañana vamos a Mercapalma a
buscarlas. Los boniatos son mallorquines y muy dulces. Tienen mejor
calidad que los de la Península», señala Andrés.
La castaña es un alimento rico en vitaminas y calcio. En forma
de harina, es utilizado en numerosas recetas y acompañamientos para
dar consistencia y enriquecer platos variados de comida tradicional
en muchas regiones del norte de España. La castaña es mejor comerla
asada que cruda, debido a que puede resultar pesada su digestión.
Por eso, la tradición invernal incide en el consumo de este
producto natural y sabroso. Un verdadero alimento para todas las
edades. «Pensábamos que nuestra clientela iba a ser gente mayor por
aquello de la nostalgia que podía ofrecer la castaña asada. Pero en
realidad, los niños son los primeros en pedirlas a sus padres. En
realidad, son los mejores consumidores de castañas. Los padres, que
saben que este alimento no les puede hacer daño, al contrario, las
compran con toda tranquilidad», señala Andrés.
El olor de las castañas atrae también a mucho público. La
condición imprescindible para conseguir que el producto tenga ese
sabor característico es que debe ser asado con carbón de primera
calidad y, por supuesto, consumido al momento, cuando todavía tiene
todo el calor que le da ese sabor tan característico. El horario es
desde las nueve y media de la mañana hasta las diez de la noche.
Pero primero hay que ir a buscar la materia prima, preparar el
carbón, preparar los canutillos de papel, el cambio...No es sólo
ponerse a asar castañas y ya está. Emilio Macanás es el titular de
otro puesto de castañas. Se encuentra ubicado en la plaza Joan
Carles I, frente a la fuente de Las Tortugas. Él y su mujer se
turnan en el puesto todos los días y, de igual forma, se reparten
el cuidado de sus tres hijos. Los Macanás llevan casi quince años
en este negocio y, aunque Emilio dice que es duro tener que estar
en la calle tantas horas, también indica que en este oficio conoce
a mucha gente y ha hecho grandes amigos. «Aquí viene un señor todos
los domingos desde Llorito a comprarme los boniatos. Dice que sé
darles el toque de asado que a él le gusta», señaló el castañero.
Entretenimiento tampoco le falta. La temporada pasada mientras una
mujer le daba conversación otra mujer, por detrás, le robaba los
boniatos. El matrimonio Macanás se pegó un buen susto hace unos
años cuando un hombre les intentó atracar a la luz del día. «Me
amenazó. Me dijo: Tengo un cuchillo y entonces mi mujer se puso en
medio de un salto y cogiendo la espumadera le dijo: I jo tenc una
rasera!... y aquel chico salió corriendo», indicó Emilio
Macanás.
José A. de Haro
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