Miquel Riera Servera cumpliría mañana 46 años. Se licenció en
Farmacia en 1985 por la Universitat de València. De su abuelo
heredó la farmacia de la céntrica plaza de sa Bassa de Manacor y
quizás la vocación política, puesto que también fue alcalde de
Manacor.
Había comido con sus compañeros de gobierno, el resto de
consellers de UM, y, sentado junto a Caterina Canyelles, tras su
regreso al salón de plenos, aprovechó algunos momentos para bromear
con Alorda. Tenía que ser un pleno normal, como todos los
celebrados con anterioridad y como todos los que se debían celebrar
más adelante. Pero no lo fue.
La prematura y repentina muerte del conseller de Cooperació
Local y ex alcalde de Manacor, Miquel Riera, ha dejado a sus
compañeros de Corporación conmocionados, dolidos, estupefactos. Era
un hombre tranquilo, un conseller sin estridencias. Apenas vigilado
por la oposición a pesar de que se ocupaba del problema de los
residuos, unos de los asuntos más espinosos del Consell.
¿Por qué? Porque era un hombre «con el que se podía hablar»,
como lo han definido sus oponentes políticos. Alcalde carismático
en Manacor, Maria Antònia Munar pronto se fijó en sus cualidades
-perseverancia, tenacidad, amabilidad, capacidad de diálogo- y
contó con él para su primer gobierno en solitario en el
Consell.
Casado y con dos hijas y un hijo, Miquel Riera comenzó su
militancia política en las filas del PP, partido que abandonaría en
1996 para fundar una nueva agrupación independiente: Alternativa
Liberal de Manacor (ALM).
Su primera irrupción como cabeza de lista fue en las elecciones
de 1999, en que ALM logró un solo concejal. Tras duras
negociaciones post electorales, en Manacor se rubricó el también
denominado Pacte de Progrés, con el que Miquel Riera ascendió a la
Alcaldía con el apoyo de los independientes de AIPC, el PSM y el
PSOE.
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