Cada día vengo un ratillo», asegura un jubilado de 83 años de
edad que suele pasear cada mañana y hacer un alto en su camino para
observar cómo van las obras del Parc de ses Estacions. Al igual que
este ex funcionario, muchos son los jubilados que dedican su tiempo
a mirar desde el otro lado de la barrera. «Es muy entretenido,
-comenta Sebastián, de 79 años- ver cómo avanzan las obras y como
no tengo otra cosa que hacer paso el rato aquí con otros viejos
como yo». Ver a los mayores observando las obras desde lo alto de
un puente, a través de un agujero o agarrados a las alambradas, es
un imagen muy habitual donde hay excavaciones.
José Nolla Llabrés, con sus 92 años de edad y dedicado durante
toda la vida a la navegación en una empresa con 32 barcos y 1.000
trabajadores, no se pierde un sólo día las obras. «Ha cambiado
mucho la maquinaria, si estas obras se hicieran a pico y pala, como
antes, estarían años».
Sin duda, todos ellos disfrutan comentando junto a otros
«espectadores» el transcurso de las obras. Para muchas de estas
personas, sus principales quehaceres diarios son los paseos e ir a
recoger a los nietos o llevarlos al parque. Como Juan Feliu, quien
tras llevar a sus dos nietas, gemelas, al colegio, se toma el café
con unos amigos y de camino a su casa se para en las obras, donde
se pasan los minutos sin darse cuenta, lo que ya le ha causado más
de una «riña» con su esposa.
El día soleado, como el de ayer, hace que aumente el número de
personas que se acercan hasta la valla a disfrutar del espectáculo
urbano, siendo testigos de primera línea de cómo avanzan las obras
y crece la ciudad.
Julián Aguirre
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