«Los Borbones, vivos o muertos, siempre regresan a España», dijo
Rafael Borràs Betriu (Barcelona, 1935), sin poder ocultar el tono
crítico hacia una dinastía «que ha sido expulsada cuatro veces del
país, y que ha vuelto gracias a golpes de Estado o guerras»,
señaló.
«Puedo equivocarme, y si lo hago, estoy dispuesto a admitirlo, pero
ese gran papel de la dinastía hubiera sido intentar un acuerdo
entre ambas partes o terminada la Guerra, hacer una apelación al
general Franco para que fuese generoso y concediese una amnistía a
los vencidos. Pero no, estos señores, y estoy hablando de Alfonso
XIII, de toda su familia y del que entonces era el llamado príncipe
de Asturias en el exilio, en agosto de 1936, cuando recibe a los
emisarios del general Mola en la Roma fascista de Mussolini, le
dicen que hay que mandar aviones a España para apoyar la
sublevación. Primero, habían intercedido ante el ministro italiano
de entonces, les escucha con gran atención y se muestra receptivo,
pero no quiere comprometerse con Francia ni Inglaterra, y les dice
que esos aviones deben ser solicitados por el propio Alfonso XIII.
Los emisarios van a hablar con él, convertido en ex rey de España
que en esos momentos se dedicaba a cazar perdices, éste se pone en
contacto con Mussolini y gracias a esa intervención los aviones
italianos vienen a bombardear a nuestros compatriotas. Y don Juan
de Borbón se presenta hasta tres veces como voluntario al general
Franco para participar en la Guerra. La gran ocasión histórica de
la dinastía hubiese sido intentar pacificar los espíritus, pero
prefirió ser beligerante y lo fue como mínimo contra el 50 por
ciento de sus compatriotas. Esto me parece que descalifica a la
dinastía», señaló.
«Pierden (los Borbones) cuatro veces el trono en menos de 150
años -Carlos IV, Fernando VII, Isabel II y Alfonso XIII-, pero
siempre regresan». Borràs Betriu, republicano confeso, recordó,
tras una inmersión profunda sobre la historia española, que tras la
muerte de Franco, «se pasó de un régimen donde el general Franco
era caudillo por la gracia de Dios, a un régimen donde Juan Carlos
I era Rey de España por la gracia del caudillo».
El intelectual catalán ofreció su punto de vista de una parte
crucial de la historia de España, con especial incidencia en la
dinastía de los Borbones, durante casi cien minutos ante un público
que le siguió con gran atención.
«¿Cuál podía haber sido el gran papel histórico de la dinastía
en los momentos en que se produce la Guerra Civil española?, se
preguntó Borràs Betriu.
En otro momento de su intervención dijo: «El rey Juan Carlos I
es el resultado del franquismo. La Corona se hereda por la sangre,
pero este señor no es rey por ser nieto de Alfonso XIII, sino
porque fue designado a dedo por el general Franco y votado por las
Cortes orgánicas de Franco. Con la Transición no hubo ruptura, sino
reforma. La Constitución de 1978 nace en unas circunstancias que
obligaron a todas las partes implicadas a pactar y consensuar. La
mejor Constitución no es la perfecta, sino la perfectible, que se
pueda ir mejorando. Lo de 1978 fue una cierta chapuza», indicó.
Borràs Betriu también retrocedió en su exposición hasta el año
1947 y dijo que en ese momento «España no era ni una monarquía ni
una república, más bien, era una cosa indefinida».
Y abundó en que «ese año, después de la derrota del Eje y la
presión de los aliados, Franco se decide ir a las Cortes y proponer
una ley, de sucesión, por la cual España se declara Estado
católico, social y representativo que, de acuerdo con su tradición
se constituye en Reino. Un Reino sin rey, en ese momento».
Subrayó que en esa ley, «el jefe del Estado, cuya jefatura es
vitalicia, puede ir a las Cortes y proponer un sucesor como regente
o como rey bajo dos condiciones: ser español, católico, varón,
mayor de 30 años y estar identificado con los principios y valores
fundamentales del régimen. Pero, si esa propuesta era para elegir
un rey éste debía ser 'de estirpe regia'. En España de estirpe
regia estamos repletos», comentó con evidente ironía.
Dijo, también, que Franco en aquellos momentos, tenía donde
elegir, ya que «acogiéndose a la ley, refrendada en referéndum,
podía proponer al segundo hijo de Alfonso XIII (don Jaime de
Borbón), que había sido apartado en 1933 porque era sordomudo, a
don Juan de Borbón, a don Juan Carlos, a cualquiera de los hijos de
don Jaime, Gonzalo y Alfonso, a la rama carlista». El editor y
escritor, con una larga trayectoria en sus espaldas como promotor
de empresas culturales, y varias veces condecorado por su
aportación al mundo de las letras españolas, insistió en que
todavía «nadie me ha preguntado, ni tampoco a ningún español, si
queremos una monarquía». «Cuando un señor es elegido por sus
conciudadanos sale mal del gobierno, como fue el caso del ex
presidente de Estados Unidos Richard Nixon, se le aparta y ya está.
Aquí, cuando un señor accede al gobierno por el hecho de ser hijo
de su padre, como es el caso de la monarquía en España, no implica
mérito alguno. La monarquía, con todos los respetos, es un sistema
no democrático», señaló.
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