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Cuentan que un año, después de alcanzar la cima del Everest, Apa Sherpa bajó sin detenerse los 3.500 metros de desnivel que separan la cumbre del campo base y, a continuación, siguió la marcha hasta su casa de Thame, a unos 50 kilómetros de distancia. Y todo eso, en un solo día. Él no lo niega y nadie contradice su versión. Tiene 46 años, está casado y tiene tres hijos que estudian en Katmandú. Actualmente, Apa Sherpa es considerado toda una leyenda del Everest. Como sirdar o jefe de sherpas puede llegar a cobrar 6.000 dólares por expedición. La razón de su formidable cotización la encontramos en que es quien ostenta el récord de cimas al techo del mundo, 15 en los últimos dieciséis años. 'Sólo fallé una vez que la mujer me hizo quedar en el pueblo porque tenía que acabar la nueva casa', comenta con ironía.

Su amistad con el sirdar de la expedición mallorquina, Pasang Tshiring, lo llevó hasta el campamento de los isleños a hacer una merienda de galletas de Inca y embutidos diversos. Justamente, Tolo Quetglas se había ido hasta Gorak Shep 'para estirar las piernas', de manera que Oli y Tolo Calafat actuaron de anfitriones. El encuentro duró lo que aguantaron las viandas, y había muchas. Mientras tanto, los escaladores se interesaban por la visión de Apa Sherpa sobre la gran montaña. 'La vertiente norte no me gusta tanto, tiene una carena muy larga. A pesar de la cascada de hielo del Khumbu, me gusta más la sur', declaró el hambriento sirdar.

Empezó a escalar cuando tenía 28 años 'por amor a las montañas'. Pero hay que admitir que su sentimiento hacia la cordillera del Himalaya le ha reportado importantes beneficios económicos. De hecho, son pocos los sherpas de esta región que pueden permitirse el lujo de mantener a tres hijos estudiantes en la capital nepalí. Sin embargo, el nombre de Apa Sherpa va ligado a la leyenda de los 'record summiters', es decir, aquéllos que han disfrutado más veces de los favores de Sagarmatha, la diosa de la montaña más alta de la Tierra. Y eso, como todo en la vida, tiene un precio. Se mantiene la media, este año son un centenar el número de escaladores que aspiran a coronar el Everest (8.848 m.) por la vertiente sur-oeste. En total, una veintena de expediciones instaladas en el campo base del Khumbu que se reparten como pueden por la superficie irregular de la ladera del glaciar. En cuanto a los grupos que pretenden hacer cumbre en el Lhotse (8.414 m.), aunque sólo se han expedido cuatro permisos de ascensión, son un total de 48 escaladores los que intentarán abrirse camino tan pronto como las condiciones meteorológicas lo permitan. Entre los grupos más numerosos se encuentra una expedición comercial chilena, en la cual 14 escaladores -uno de ellos de 73 años- intentarán subir el Lhotse, el mismo año que se celebra el cincuenta aniversario de la primera ascensión. Miembros del resto de grupos señalan el carácter 'conservador' de los chilenos, que los lleva a casi montar sus propias escalas y cuerdas en la cascada de hielo. 'No queremos ser víctimas de la improvisación', responden. Mientras tanto, Oli y los dos Tolos (Calafat se ha recuperado del resfriado) se preparan para subir mañana al campo 1 (6.000 m.) para hacer noche. Parece ser que al final los tres han superado la pesadilla del alud del año pasado.

Joan Carles Palos