Tras el tradicional desayuno de chocolate con ensaimadas en el zaguán del Ajuntament, a las diez de la mañana de ayer, alredor de cincuenta personas precedidas de xeremiers, con la alcaldesa de Palma y un grupo de concejales al frente, salieron de Cort hacia al Castell de Bellver, donde se iba a celebrar el tradicional Diumenge de l'Àngel, este año con menor participación.
La neblina fue desapareciendo y dando paso a un sol que durante la ascensión se hizo notar y nos obligó a aligerarnos de ropa. El camino se recorría de forma rápida; los entendidos dicen que es mejor caminar a paso rápido que hacerlo lentamente. Y puede que sea así, ya que, sin apenas darnos cuenta estábamos a pies de la colina de Bellver, donde, en teoría, comenzaba lo peor del paseo, especialmente para las tres parejas que ascendían tirando del cochecito con el pequeño dentro, y del alcalde consorte, que transporta a su hija menor a hombros. Mas no fue así, al menos aparentemente, puesto que recorrieron la empinada cuesta a buen ritmo. A mitad de ella, media docena de caballeros vestidos de negro, montados en corceles también negros, entregaban rosas a algunas señoras.
Sobre las once llegamos a pie de las escalinatas del Castell, donde els gegants acababan de iniciar el baile a ritmo de xeremies y tambors. Observamos que poco a poco iba llegando la gente con la intención de pasar el día en el lugar. Definitivamente la mañana estaba despejada de nubes y nieblas.
Como en años anteriores, diversos puestos de venta se alineaban a ambos lados del camino que comunica las escaleras del Castell con la explanada, que puede que fueran menos reivindicativos (tan sólo los de Salvem la Rea) que en ediciones pasadas del Diumenge de l'Àngel. A mediodía, en las instalaciones de la Policía Montada, la exhibición de doma, más bien breve: presentación de participantes, paso a dos y carrusel. Y a la una, descenso de l'Àngel por las escalinatas, organizándose la procesión bufa tras él. Mientras tanto, quien mas quien menos iba tomando posiciones para dar buena cuenta de las viandas que se había traído. Ya por la tarde, a las cuatro, hubo una exhibición de castellers.
Pedro Prieto
Foto: Joana Pérez
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