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Aparentemente, las relaciones entre Unió Mallorquina y el Partido Popular no pasan, a falta de un año para las elecciones, por su mejor momento. Desde hace unas semanas, las declaraciones de unos y otros, especialmente por parte de dirigentes nacionalistas, han subido de tono, pero no cabe esperar que la sangre llegue al río. Que nadie piense que PP y UM romperán su pacto de gobierno en el Consell de Mallorca ni su acuerdo en el Parlament. Munar y Matas son conscientes de que cada partido debe definir sus estrategias de cara al futuro, especialmente por parte de UM. Munar y sus dirigentes, como ya hicieran durante la legislatura del Pacte de Progrés, deben diferenciarse claramente del PP para poder sobrevivir en el actual panorama político balear. El riesgo que corre y ha corrido históricamente UM es quedar absorbido por el PP. Y es ahí donde la estrategia política tiene una connotación importante, donde Munar tiene que sacar partido de todas sus armas para no quedar en un segundo plano ante un todopoderoso PP que aspira a conseguir mayoría absoluta en Mallorca en 2007.

Que Munar se desmarque de los dirigentes del PP que «cantan el cara el sol» es lógico y hasta muy oportuno. Y que Matas asuma las salidas de tono de su aliada también forma parte del juego político. Pero detrás de estos desencuentros no puede verse, porque sería un error, un intento de UM de forzar una ruptura del pacto con el PP. UM quiere seguir en el poder en el Consell lo que resta de legislatura y no puede permitirse el lujo de dar por zanjado su pacto con el PP. Munar lo sabe. Y Matas consiente los desmarques de Munar. A medida que se acerquen las elecciones, estas situaciones se irán repitiendo con más frecuencia, pero el pacto PP-UM no está en peligro. Ni mucho menos.