La clave es no precipitarse. Ahora ya todo depende de nosotros. De entrada, tenemos que descansar un mínimo de tres días y mientras tanto ir valorando la situación. Nos conviene tener el mayor número de datos posibles y comentarlas con la resta de expediciones», declaraba ayer Tomeu Quetglas a su llegada al campo base. Y es que ahora vienen un par de días decisivos para acordar cuándo ir hacia la cima. Para empezar, las predicciones más recientes vaticinan una ventana clara a partir de día 10 para coronar la montaña más alta de la Tierra.
Con los rostros desfigurados por casi siete horas de marcha y bajo una repentina nevada, los miembros de la expedición mallorquina en el Everest volvieron a su campamento, sobre el glaciar del Khumbu, después de tres días de aclimatación en el campo 2 y 3, a 6.500 y 7.300 metros de altura respectivamente. «Esta montaña es muy dura y no perdona nada», comentó Oli. Aunque es, nuevamente, Tolo Calafat quien se ha llevado la peor parte del pastel, debido a una gastroenteritis. «Recuperarlo física y anímicamente es la primera tarea de todas», apuntaban solidariamente sus compañeros. Ayer no era el momento de tomar decisiones precipitadas. Un largo y complejo descenso de 1.800 metros por la vertiginosa pared del Lhotse, el largo y resquebrajado valle del Silencio y, finalmente, la siempre delicada cascada de hielo de Khumbu te dejan el cuerpo deshecho y la mente debilitada. A partir de hoy, Oli y los dos Tolos reanudarán los contactos con el resto de grupos, especialmente los suizos y los polacos, que son los que tienen más prisa por subir. En principio, entre el 10 y el 15 mayo son las fechas que todo el mundo maneja para hacer el asalto final, tanto al Everest como al Lhotse.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.