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En la crisis del tripartito, no puede pasar desapercibida la actitud leal e institucional de Convergència i Unió. El partido que lidera Artur Mas, que en el futuro será el gran beneficiado de la ruptura del tripartito, ha garantizado a Maragall los votos suficientes en el Parlament de Catalunya hasta las próximas elecciones. Mas sólo ha puesto una condición: que los asuntos que Maragall lleve al Parlament sean de puro trámite y no proyectos legislativos de gran calado político. En una situación límite como se vive en Catalunya, la postura de CiU debería ser un ejemplo para el resto de formaciones políticas. Tras gobernar ininterrumpidamente en Catalunya hasta la llegada del tripartito, CiU ha decidido no ahondar más en una herida que puede tener importantes consecuencias, tanto desde el punto de vista político como económico. De hecho, los empresarios catalanes han exigido rapidez y responsabilidad para afrontar la crisis institucional provocada por la decisión de ERC de pedir «no» en el referéndum del Estatut.

La actitud de CiU demuestra la altura de miras de Artur Mas. Frente a un partido inmaduro y errático como ERC, Mas ha sabido anteponer los intereses de Catalunya a los de su propio partido, consciente de que llegará su momento, posiblemente antes de lo que él mismo hubiese pronosticado. La situación que vive Catalunya debería hacer reflexionar a las formaciones políticas. No pueden hacerse pactos políticos a cualquier precio. Y cuando se asumen ciertas responsabilidades y se alcanzan las instituciones, los intereses partidistas deberían quedar en un segundo plano. Este es el mensaje que, por desgracia, no todos los partidos políticos han entendido. A partir de ahora, ERC debe reflexionar sobre el alcance de algunas de sus decisiones.