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Hoy se espera la llegada al campo base de Oli y Tolo Calafat, después de haber alcanzado el jueves pasado la cima del Everest (8.850 m.). El instante se espera con gran impaciencia, sobre todo porque será la primera vez que los dos escaladores se encuentren con su compañero, Tolo Quetglas, desde la noche de día 17 en el cuello Sur/campo IV (8.000 m.) en el que renunció a su opción de cima por un repentino y desgraciado dolor de espalda.

«No me siento decepcionado por no haber poder hacer cima. Ha sido un éxito. En esta montaña es muy fácil fallar y uno de los tres tenía que llegar hasta arriba. Debido a mi estado, consideré necesario tomar una decisión difícil pero justa, dar todas las opciones de cumbre a mis compañeros, Oli y Tolo Calafat», declaró Tolo Quetglas a su llegada, con la mochila de 15 kilos a la espalda que tanto le ha hecho sufrir y con la cara señalada por el esfuerzo de los últimos días.

«Con un antiinflamatorio y dos días de descanso en casa se me hubiera curado el dolor de espalda. Pero a ocho mil metros, un hecho así es un drama». Pero la decisión de Quetglas tenía otros condicionantes más allá de una simple sobrecarga muscular. Un de los sherpas, Dawa Nuru, no había podido llegar al cuello Sur porque, teóricamente, «se le habían roto los crampones». Este hecho produjo que los tres expedicionarios se quedasen con un saco de dormir menos. Es en este momento en que el escalador analiza la situación -un sherpa menos y, sobre todo, un insoportable dolor de espalda- y decide sacrificarse : «Niños, tenemos que asegurar la cima. Partiu cap a munt».

A las diez de la noche (hora de Nepal), Oli y Tolo Calafat partían hacia la cima. Doce horas después alcanzaban el techo del mundo. «No me arrepiento de la decisión tomada, de otra manera los hubiera retrasado. Estoy tan contento del triunfo de mis compañeros como sí yo también hubiera subido», manifestó Quetglas.