TW
0

Cuando a las 16.00 horas de hoy aterrice en el aeropuerto de Son Sant Joan el vuelo de Spanair procedente de Madrid, podremos decir que la gran aventura isleña del Everest ya habrá acabado. Oli y los dos Tolos han conseguido, esta vez sí, clavar la bandera de Mallorca en el techo del mundo. Y eso tenemos que celebrarlo. La historia del excursionismo en nuestra Isla es centenaria, pero la del alpinismo tiene un recorrido mucho más corto. A pesar de eso, su rastro es claro y profundo, lleno de hitos importantes y significativos. En cuanto al himalayismo, hace tan sólo quince años que los primeros escaladores mallorquines se acercaron por primera vez a las montañas de Nepal, Tíbet y Paquistán. Así, con la primera ascensión mallorquina al techo del mundo se cierra un episodio que marcará un nuevo hito en esta carrera para llevar al deporte isleño hasta las más altas cotas. Pero la historia continúa, porque entre todos los que compartimos este deporte escribimos un trozo cada día.

Al final, sólo fueron dos -Joan Antoni Olivieri «Oli» y Tolo Calafat- los que alcanzaron la cima. Pero el éxito fue de los tres, incluido el que se quedó en el campo IV (8.000 m.) -Tolo Quetglas- afectado por un dolor de espalda que le impidió hacer frente a los metros finales. El trabajo en equipo es fundamental. No podemos olvidar la parte que les corresponde a los sherpas que estuvieron a su lado durante toda la expedición: Dawa Nuru Sherpa, Pemba Ringi Sherpa y Nima Kancha Sherpa, y al sirdar, Pasang Tshiring Sherpa, además de toda la sociedad mallorquina, que los ha apoyado a lo largo de dos meses de expedición. Mientras tanto, y para los que acostumbran a hablar con excesiva frivolidad sobre la alta montaña, que tomen nota de lo siguiente. El Everest, ya lo hemos comentado en estas crónicas, no es un juego de niños. Es la montaña más alta de la Tierra, un ocho mil sobre otro ocho mil, donde los problemas se multiplican por diez en cada metro que subes y donde el aire es como un hilo delgado que casi se rompe en cada aliento. La temporada se ha cerrado con un total de 16 muertos, la mayoría por la vertiente norte del Tíbet.

La sur, la de Nepal, registró cuatro muertes (los tres sherpas que murieron en la cascada de hielo y el escalador checo de 39 años que murió en la pared del Lhotse). No vale hacer bromas, al final salen caras. Justo cuando los mallorquines abandonaban el campo base, una chica coreana de 17 años, que con su padre había intentado coronar el Everest sin oxígeno, tuvo que ser evacuada con las manos y los pies congelados. El uso de oxígeno suplementario no extraña a nadie acostumbrado a este tipo de aventuras. Aunque es cierto que alpinistas profesionales prescinden de él como un reto más de su ascensión. El escalador italiano Simone Moro, un profesional de la alta montaña, renunció a abrir una nueva vía en el Lhotse y a hacer la travesía integral en el Everest para asegurarse un lugar en el techo del mundo con oxígeno. El deporte de montaña de Mallorca se merecía llegar arriba del todo. Es verdad que ha costado, hasta dos intentos. Pero la tenacidad y el coraje de Oli y los dos Tolos, con el apoyo de las instituciones públicas y privadas (Consell de Mallorca, GESA, Sa Nostra y el Grup Serra) y de otros pequeños patrocinadores lo han hecho posible. Personalmente, sólo me queda agradecer una vez más a los escaladores, que han tenido que soportar mi inquisidora presencia casi dos meses. Pero en conjunto ha sido como vivir en familia, aunque los más queridos (Queta, Claudia, Marco, Marga, Miquel, Joana, Joanet, Bielet -a punto de llegar-, Mar, Sandra, Cristina, Xavi y Marco) estaban lejos del campo base. A todos ellos: el Everest ya es nuestro. ¡Juntos hemos hecho cima!

Joan Carles Palos