El PSIB y el PP se resistieron ayer a aceptar que no habrá reforma del Estatut y, por separado, expresaron su voluntad de seguir negociando hasta el próximo martes, día en que el Parlament debe votar el dictamen surgido de la comisión de Asuntos Institucionales que, por ahora, sólo tiene el apoyo de los «populares».
Socialistas y «populares», durante una jornada marcada por las declaraciones políticas y en la que todos los partidos dejaron oír su voz, se acusan mutuamente de atender sólo a intereses estatales.
Mientras el «popular» Joan Flaquer, portavoz del Govern, acusaba al PSIB de seguir la estrategia de la dirección estatal socialista, toda la oposición (PSIB, incluida) hacía el mismo reproche al partido de Matas. El portavoz de Esquerra Unida-Els Verds, Miquel Rosselló, fue quien dijo ayer la palabras más gruesas.
«Jaume Matas tiene dos opciones: o pasar a la historia como el primer presidente autonómico que ha logrado enviar al Congreso una reforma estatutaria pactada por todos los grupos o, por el contrario, pasar a la historia como un negociador marrullero», manifestó el dirigente de EU. Rosa Estaràs recordó que el PP ya había aceptado 70 enmiendas de la oposición y mantuvo que si se rompe el acuerdo no es por voluntad de los «populares».
Todos los partidos aludieron ayer a uno de los supuestos puntos de discrepancia: que el nuevo Estatut fije claramente el mismo rango para catalán y castellano. Sin llegar al extremo del Estatut catalán, que recoge la obligatoriedad de conocer esa lengua, una enmienda del PSM (que el PSOE acepta y que fue una de las causas de la ruptura) señala que la lengua catalana y la castellana tendrán «a todos los efectos» la misma consideración. La Constitución Española mantiene que todos los españoles tienen el deber de conocer el castellano. Matas ve en ello una imposición.
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