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Se quejan algunos de que parece que José Luis Rodríguez Zapatero tiene el proceso de paz «atado y bien atado» y que ahora se limita a representar ante la opinión pública los pasos que conducirán a una negociación ya pactada. Es difícil creer algo así, máxime cuando la banda terrorista sigue dando sorpresas con las que nadie contaba. Por ejemplo, ahora, se desmarca con la invitación a Francia para que participe activamente en el proceso, porque considera que el país vecino es un «actor indispensable». Lo es, en efecto, si lo que pretendemos es convertir en realidad el viejo sueño de Sabino Arana, la consecución de Euskal Herria, una nación vasca que comprende siete provincias -las tres que hoy forman Euskadi, además de Navarra y tres provincias francesas de habla y cultura vascas-. Es el anhelo de cualquier nacionalista vasco pero, ay, choca de lleno con los intereses tanto de Francia como de España y lo más probable es que plantear un paisaje como ése sea absolutamente absurdo en la hipotética mesa de negociación que ha de establecerse más pronto que tarde.

Zapatero está a punto de pedir permiso al Congreso de los Diputados -el PP vuelve a negarle su apoyo- para iniciar el diálogo que permita llegar a la negociación. Pero ¿qué se puede negociar? ¿Exigiran un referéndum de autodeterminación? ¿Se conformarán los asesinos con un acercamiento de los presos al País Vasco, mayor nivel de amnistía... las concesiones clásicas en casos como éste? ¿O sigue ETA empeñada en exigir el cumplimiento de un sueño imposible: Euskal Herria, la nación vasca? De momento parece que los pasos serán más tímidos: antes que nada, facilitar a Batasuna el regreso a la vida política para que pueda presentarse a las municipales de 2007. Luego, ya se verá.