En su disertación, el afamado escritor -a quien Bosch definió como «un hombre del Renacimiento en el siglo XXI»- planteó la necesidad de resolver los problemas teóricos, además de los prácticos, que se desprenden de la inmigración en las escuelas.
Para algunos colectivos, apuntó, como los marroquíes, «la escuela no es vista como un ente de integración, sino como un elemento que difumina su identidad, sobre todo la religiosa». Un segundo problema surge cuando para otros «la escuela deriva en una pérdida de autoridad, en la que se dan demasiadas libertades» y en último lugar situó la necesidad de conocer cuál debe ser nuestra actitud ante las distintas culturas que ya están aquí.
Su consejo es que «las escuelas defiendan un marco ético, que está por encima de las religiones y que, a la vez, las protege». «Debe haber una educación ética, basada en los valores de la Constitución y los derechos humanos y en eso hay que ser absolutamente intolerante». En este sentido, opinó que «estamos en buen camino, si conseguimos que la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía sea una gran materia y le damos importancia, pues corre el peligro de diluirse y no servir para nada». Pero, reconoció, «es del mundo religioso de donde están viniendo las principales críticas, ya que a este mundo le cuesta trabajo reconocer que el marco ético está por encima de la moral religiosa».
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