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Tienen cuatro años y cursan segundo curso de Educación Infantil en el colegio público de Cas Capiscol, en Palma. A pesar de su juventud, este grupo de 20 niños ya ha montado su primera exposición colectiva, en la que reúnen siete esculturas que reflejan su manera de ver el mundo y de entenderlo. Xisca Carrió es la maestra que ha dirigido este taller de escultura, con el cual pretendía «potenciar la creatividad de los niños, dejándolos hacer lo que querían libremente».

Las obras han sido realizadas con materiales de desecho, «desperdicios de todo tipo que han traído de sus casas», explicó Carrió, quien añadió que «la única cosa que he hecho yo ha sido mostrarles diferentes tipos de esculturas de diversos autores y enseñarles a trabajar todo tipo de materiales; el resto ha salido de ellos, de su imaginación y de sus manos». Los títulos de las obras son lo suficientemente elocuentes: «Casa arreglada», «Castillo roto», «Montañas que lloran», «Puerta pequeña», «Ametralladora», «Barco con tejado» y «Parque infantil para jugar».

Han sido los mismos niños quienes han bautizado sus esculturas «en función de lo que les decía cada una». Tanto el grupo de 20 jóvenes artistas como su maestra se mostraron orgullosos de los resultados obtenidos en una experiencia que da buena prueba de que la creatividad, la imaginación y el arte se pueden llevar en la sangre. Sólo hay que darles la oportunidad para que desarrollen su propio talento.

Joan C. Palos